El director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Luis Enjuanes, ha comentado que la pandemia provocada por el SARS-CoV-2 es "la más mortífera", según los datos disponibles en la actualidad debido a su rápida evolución antigénica y a la falta de inmunidad de la población frente al mismo.
Enjuanes se ha pronunciado así con motivo de la celebración del XVI Congreso Nacional del Laboratorio Clínico (LabClin 2022), que se celebra del 19 al 21 de octubre en el Palacio de Ferias y Congresos de Málaga (FYCMA) y que está organizado por la Sociedad Española de Medicina de Laboratorio (SEQC ML), la Asociación Española de Biopatología Médica-Medicina de Laboratorio (AEBM-ML) y la Asociación Española del Laboratorio Clínico (AEFA).
"Que sea la más mortífera no implica que el virus haya causado la muerte a un porcentaje alto de las personas infectadas, que ha estado por debajo del dos por ciento, sino que el virus se ha diseminado con mucha facilidad"
Las principales características de este coronavirus son la alta variabilidad del virus, su politropismo, es decir, que puede infectar a todos los tejidos del cuerpo humano, y que requiere una inmunidad en las mucosas respiratorias al entrar por estas vías, algo que no se induce eficazmente por inmunización intramuscular.
Asimismo, Enjuanes ha mencionado la investigación que lidera sobre la primera vacuna intranasal contra la COVID-19. "La vacuna desarrollada en nuestro laboratorio se basa en un RNA autorreplicativo que puede amplificar la dosis más de 1.000 veces. Se administra por vía intranasal para inducir inmunidad en mucosas respiratorias, e incluye varios antígenos del virus, todo lo cual aumenta su eficacia determinada por el momento en el modelo del ratón humanizado", ha argumentado.
Por otro lado, en el encuentro se va a tratar el COVID persistente, el cual afecta a aproximadamente un 10 por ciento de las personas infectadas, siendo los síntomas más comunes aquellos asociados a alteraciones del sistema nervioso, respiratorias, circulatorias y musculares, que afectan significativamente a la calidad de vida de estos pacientes.
Hasta ahora no se ha establecido una definición de consenso para definir el Covid-19 persistente. La guía clínica para la asistencia de estos pacientes, con participación de más de 50 sociedades científicas, define esta condición como un complejo sintomático multiorgánico que afecta a aquellos pacientes que han padecido la Covid-19 (con diagnóstico confirmado por pruebas de laboratorio o sin él) y que permanecen con sintomatología tras la considerada fase aguda de la enfermedad, pasadas 4 e incluso 12 semanas, persistiendo los síntomas en el tiempo.
En este sentido, uno de los responsables del Comité Científico del Congreso y miembro de la Comisión de Magnitudes Biológicas relacionadas con la Urgencia Médica de la SEQC ML, Luis García de Guadiana Romualdo, ha explicado que el informe 'CiberPost-COVID', encargado por el Ministerio de Sanidad, incluye como criterio para definir el COVID persistente la demostración de un diagnóstico previo de infección aguda.
"Esta distinción ha generado polémica, especialmente entre las asociaciones de pacientes, dado que supone dejar fuera a un elevado número de pacientes sin diagnóstico de laboratorio, especialmente durante la primera ola, cuando el acceso a este tipo de pruebas era limitado", ha detallado.
Según este experto, en la actualidad no existe evidencia científica suficiente para establecer qué factores predisponen a padecer COVID persistente. "El hecho de haber requerido ingreso hospitalario no predispone a desarrollar las secuelas, y, de hecho, es una condición que afecta también a pacientes que padecieron la infección de forma leve e incluso asintomática", ha puntualizado.
"En la actualidad, el diagnóstico del COVID persistente se basa en hallazgos clínicos, y aunque ninguna prueba de laboratorio ha demostrado su utilidad para dicha finalidad, sí que pueden ser útiles para descartar otras patologías con síntomas similares"
Los síntomas más frecuentemente descritos en el COVID persistente son la astenia, el dolor de cabeza, las mialgias, los dolores articulares, la disnea, las palpitaciones o la falta de concentración. "Esta sintomatología causa al paciente una discapacidad de moderada a grave. Recientemente, y por primera vez en España, se ha reconocido la incapacidad absoluta a un paciente con diagnóstico de post-COVID", ha añadido García de Guadiana Romualdo.
Para mejorar el abordaje de estos pacientes es fundamental impulsar la formación del personal sanitario, incluyendo los profesionales de la Medicina de Laboratorio. "En la actualidad, el diagnóstico del COVID persistente se basa en hallazgos clínicos, y aunque ninguna prueba de laboratorio ha demostrado su utilidad para dicha finalidad, sí que pueden ser útiles para descartar otras patologías con síntomas similares; además, como parte de equipos multidisciplinares, la Medicina de Laboratorio va a ser esencial para establecer protocolos de seguimiento y manejo del paciente con secuelas. Muchas de las pruebas habituales en nuestros laboratorios pueden contribuir a mejorar estas guías de actuación, generalmente guiando su solicitud en función del tipo de síntomas que presente el paciente", ha manifestado el experto.
Recientemente el grupo de trabajo colaborativo en COVID persistente, del que forma parte desde sus inicios la SEQC ML , ha adquirido entidad jurídica como Red Española de Investigación en COVID persistente (REiCOP). "Entre sus objetivos está incrementar las evidencias respecto a esta afectación y solventar las carencias asistenciales de los afectados bajo el prisma de un enfoque holístico e integral, en un sistema que conozca las necesidades de salud de los pacientes, de un modo multidisciplinar y colaborativo", ha enfatizado García de Guadiana.
Para alcanzar estos objetivos, se han definido distintas líneas estratégicas basadas en la investigación, la docencia y la elaboración de procedimientos asistenciales actualizados y basados en la mejor evidencia disponible, incluyendo la actualización de la Guía Clínica para la Atención al paciente COVID persistente.