Las personas que duermen entre seis y siete horas por noche tienen menos probabilidades de morir de un ataque al corazón o un ictus en comparación con las que duermen menos o más, según un estudio que se presenta en la 70ª Sesión Científica Anual del Colegio Americano de Cardiología. Esta tendencia se mantuvo incluso después de que el equipo de investigación tuviera en cuenta otras afecciones conocidas o factores de riesgo de enfermedad cardíaca o ictus.
El estudio, según los investigadores, es el primero que explora la asociación entre el riesgo cardiovascular de referencia y la duración del sueño, y se suma a las crecientes pruebas de que el sueño -al igual que la dieta, el tabaquismo y el ejercicio- puede desempeñar un papel determinante en el riesgo cardiovascular de una persona.
"El sueño suele pasarse por alto como algo que puede influir en las enfermedades cardiovasculares, y puede ser una de las formas más rentables de reducir el riesgo cardiovascular --afirma el doctor Kartik Gupta, residente de la División de Medicina Interna del Hospital Henry Ford de Detroit y autor principal del estudio--. Según nuestros datos, dormir de seis a siete horas por noche se asocia con una salud cardíaca más favorable".
Para el estudio, Gupta y su equipo incluyeron datos de 14.079 participantes en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición 2005-2010. Se siguió a los participantes durante una mediana de 7,5 años para determinar si habían muerto por ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca o accidente cerebrovascular. Los encuestados tenían una edad media de 46 años, la mitad eran mujeres y el 53% no eran blancos. Menos del 10% de los participantes tenían antecedentes de enfermedad cardíaca, insuficiencia cardíaca o ictus.
El estudio, según los investigadores, es el primero que explora la asociación entre el riesgo cardiovascular de referencia y la duración del sueño
Los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos en función de las respuestas a una pregunta de la encuesta sobre la duración media de su sueño (siete horas). A continuación, los investigadores evaluaron las puntuaciones de riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECA) de los participantes y los niveles de proteína C reactiva (PCR), un marcador inflamatorio clave que se sabe que está asociado a las enfermedades cardíacas.
La puntuación de riesgo de ECA, que tiene en cuenta la edad, el sexo, la raza, la presión arterial y el colesterol, se utiliza ampliamente para predecir la probabilidad de que alguien sufra un ataque al corazón o un derrame cerebral o muera de aterosclerosis, un endurecimiento de las arterias, en los próximos 10 años. Una puntuación de riesgo de ECA inferior al 5% se considera de bajo riesgo.
Aunque la mediana del riesgo de ECA era del 3,5% entre todos los participantes, existía una relación en forma de U en función de la duración del sueño, de modo que los participantes que dormían entre seis y siete horas tenían el riesgo más bajo. La mediana del riesgo de ECA a 10 años entre las personas con menos de seis, seis a siete y más de siete horas de sueño fue del 4,6%, 3,3% y 3,3%, respectivamente.
"Los participantes que dormían menos de seis horas o más de siete horas tenían una mayor probabilidad de morir por causas cardíacas. Sin embargo, la puntuación de riesgo de ECA era la misma en los que dormían de seis a siete horas frente a los que dormían más de siete horas", señala Gupta, quien añadió que la puntuación de riesgo de ECA podría no captar adecuadamente el elevado riesgo cardíaco en este subgrupo y que los resultados son quizá más sólidos en los participantes que duermen menos de seis horas por noche.
Los niveles de PCR, una proteína fabricada en el hígado que se eleva cuando hay inflamación en el organismo, también fueron más elevados en los participantes con mayor o menor duración del sueño.
Los hábitos de sueño pueden ajustarse y deberían preguntarse de forma rutinaria durante las visitas médicas
"Los participantes que duermen menos o más de seis o siete horas tienen puntuaciones de riesgo de ECA más altas, lo que probablemente se deba a una mayor inflamación medida por la PCR, que resultó ser más alta entre los que dormían menos o más --señala Gupta, y añadie que los niveles de PCR sólo se recogieron al principio del estudio--. El efecto del sueño probablemente se acumula con el tiempo; el daño tarda en producirse".
Según los investigadores, a diferencia de algunos factores de riesgo de enfermedades cardíacas que no pueden modificarse, como la edad o la genética, los hábitos de sueño pueden ajustarse y deberían preguntarse de forma rutinaria durante las visitas médicas.
"Es importante hablar no sólo de la cantidad de sueño, sino también de la profundidad y la calidad del mismo. El hecho de que uno esté tumbado en la cama durante siete horas no significa que tenga un sueño de buena calidad", señala Gupta, quien añade que este estudio se limita a la cantidad de sueño, no a la calidad o a lo bien o profundamente que duerme alguien. Por ejemplo, la apnea del sueño, que es un trastorno del sueño que provoca despertares frecuentes, está cada vez más asociada a las enfermedades cardiovasculares.
La cantidad de sueño que se consideró favorable para la salud del corazón en este estudio difiere ligeramente de las recomendaciones nacionales de la Fundación Nacional del Sueño y la Academia Americana de Medicina del Sueño, que recomiendan que la mayoría de los adultos duerman entre siete y nueve horas o siete o más horas por noche, respectivamente. Pero, como explica Gupta, los individuos se limitaron a elegir bloques de horas (seis, siete u ocho horas, por ejemplo) al anotar el tiempo de sueño.