El Síndrome de Dravet, también conocido como Epilepsia Mioclónica Severade la Infancia, es una dolencia de origen genético que se encuadra dentro de la familia patológica de las canalopatías, ya que aproximadamente el 80% de los pacientes afectados presenta una mutación en el gen SCN1A. En España se calcula que puede haber sin diagnosticar hasta 1.800 pacientes.
Investigadores del Hospital Infantil de Filadelfia (CHOP), en Estados Unidos, han descubierto que la disfunción de un importante subtipo de célula en la red neuronal del cerebro contribuye a los síntomas crónicos en el trastorno del neurodesarrollo del síndrome de Dravet, según publican en la revista 'Cell Reports'.
El síndrome de Dravet es una forma de epilepsia genética que se caracteriza por convulsiones que comienzan en el primer año de vida, junto con diferencias en el desarrollo infantil y rasgos del trastorno del espectro autista. Los niños con este síndrome también tienen una mayor probabilidad de muerte prematura, por lo que el diagnóstico y el tratamiento adecuados del trastorno son fundamentales.
Más del 90% de los niños con síndrome de Dravet presentan una variante patogénica, o causante de la enfermedad, en el gen SCN1A, que produce la proteína Nav1.1, un canal de sodio que es importante para la actividad de las células que suprimen las convulsiones, llamadas interneuronas y, en particular, un subtipo de interneuronas llamado interneurona parvalbúmina.
"El síndrome de Dravet afecta a 1 de cada 14.000 niños en el mundo y tiene un profundo impacto en los niños y sus familias", recuerda Ethan Goldberg, neurólogo pediátrico y Director de la Iniciativa de Neurogenética de la Epilepsia (ENGIN) en el CHOP y autor principal del estudio.
"Podemos modelar el síndrome de Dravet en el laboratorio para comprender con precisión cómo la pérdida de SCN1A produce los rasgos clínicos característicos de la enfermedad para impulsar el desarrollo de nuevas terapias y, algún día, una cura", subraya.
Trabajos anteriores del laboratorio de Goldberg demostraron que la actividad eléctrica anormal de estas neuronas parvalbúminas en un modelo experimental preclínico del síndrome de Dravet era sólo transitoria, y que estas neuronas recuperaban la actividad normal en la fase crónica del trastorno. Esto creó un enigma para la comunidad investigadora sobre por qué los pacientes con síndrome de Dravet siguen teniendo convulsiones, deterioro cognitivo y rasgos del trastorno del espectro autista.
En este estudio, los investigadores desarrollaron un método para evaluar la función de las interneuronas de parvalbúmina en dos momentos diferentes. La gravedad temprana de la enfermedad se debe a anomalías en la actividad eléctrica de las interneuronas de parvalbúmina, que permiten a las neuronas enviar un mensaje a las neuronas vecinas.
Sin embargo, la disfunción crónica se debe a una transmisión sináptica deteriorada; mientras que las interneuronas de parvalbúmina recuperaron la capacidad de generar actividad eléctrica, esta actividad no se propagó por el nervio o "axón" hasta la sinapsis para inhibir a otras neuronas, lo cual es necesario para la supresión de las convulsiones.
Aunque se necesita más trabajo para traducir esta investigación en aplicaciones humanas directas, los investigadores señalan que el SCN1A puede ser una diana terapéutica viable para los pacientes con síndrome de Dravet, sobre todo si hay formas de aumentar su expresión en el axón para superar el deterioro de la señalización y la transmisión sináptica.
"Una predicción de nuestro trabajo es que el éxito de las terapias en desarrollo puede depender de la capacidad de aumentar la expresión de Nav1.1 en el axón de la interneurona parvalbúmina", señala Goldberg.