Algunos pacientes con COVID-19 moderada o grave parecen experimentar una inflamación de la glándula tiroidea diferente de la causada por otros virus, según un estudio presentado virtualmente en ENDO 2021, la reunión anual de la Sociedad Endocrina de Estados Unidos.
Un tercio de los participantes en el estudio seguía presentando signos de inflamación del tiroides después de tres meses, aunque su función tiroidea se hubiera normalizado. El estudio está siguiendo a los pacientes para determinar si esta inflamación desencadenará una disfunción tiroidea permanente.
Las personas con tiroiditis, o inflamación de la glándula tiroides, desencadenada por otros virus suelen recuperar la función tiroidea a corto plazo
En la primavera de 2020, el 15 por ciento de los pacientes de COVID-19 hospitalizados en las unidades de medicina de agudos del Hospital Fondazione IRCCS Ca' Granda Policlinico de Milán, en Italia, presentaban alteraciones de la hormona tiroidea por causas multifactoriales, incluida la inflamación tiroidea. En comparación, solo el 1 por ciento de los pacientes hospitalizados durante el mismo periodo en 2019 antes de la pandemia tenían alteraciones de la hormona tiroidea.
Las personas con tiroiditis, o inflamación de la glándula tiroides, desencadenada por otros virus suelen recuperar la función tiroidea a corto plazo. Sin embargo, existe un mayor riesgo a largo plazo de una reducción permanente de la función tiroidea, causada por los efectos tardíos de la infección viral o por el ataque del sistema inmunitario a la glándula tiroidea, explica la investigadora principal de este estudio, la doctora Ilaria Muller, de la Universidad de Milán.
Quería averiguar si la tiroiditis asociada al SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, sigue el mismo patrón que la inflamación de la tiroides causada por otros virus. Inició un programa de vigilancia para controlar la función tiroidea de los pacientes cada tres meses después de ser hospitalizados por COVID-19 de moderada a grave. Los pacientes se someten a pruebas rutinarias de sangre y ultrasonidos para controlar su función tiroidea y los signos de inflamación.
DIFERENCIAS DE LA TIROIDITIS TÍPICA
Muller descubrió que la tiroiditis en personas con COVID-19 de moderada a grave difiere de la tiroiditis típica en varios aspectos. Entre ellos, la ausencia de dolor de cuello, la presencia de una disfunción tiroidea leve, la mayor frecuencia entre los hombres y la asociación con la enfermedad COVID-19 grave. Hasta ahora, 53 pacientes han completado la evaluación a los tres meses. Todos tenían una función tiroidea normal.
"Después de tres meses, la función tiroidea de los pacientes se ha normalizado, pero los signos de inflamación seguían presentes en aproximadamente un tercio de los pacientes. Seguimos vigilando a estos pacientes para ver qué ocurre durante los meses siguientes. Es importante saber si el virus del SARS-CoV-2 tiene efectos negativos de aparición tardía en la glándula tiroidea, para poder diagnosticar rápidamente, y eventualmente tratar, la enfermedad", concluye Muller.