Un equipo de científicos ha llevado a cabo un análisis exhaustivo de los datos de COVID-19 en todo el mundo para identificar las estrategias clave para avanzar en el desarrollo de una terapia eficaz. En una revisión de literatura científica, entre los 20 artículos más leídos publicados en el 'Journal of Immunology' en mayo de 2020, sugieren que el COVID-19 debe ser tratado como una enfermedad inflamatoria aguda y que la gravedad de la infección está asociada con la desregulación de las respuestas inmunológicas inflamatorias y la subsiguiente incapacidad de desarrollar una inmunidad protectora contra el virus.
"Los medicamentos que se dirigen al virus o suprimen las respuestas inmunológicas inflamatorias han producido resultados inconsistentes y podrían no ser el mejor tratamiento para los pacientes con COVID-19. En cambio, el uso de fármacos que modulan la inflamación sin comprometer la respuesta inmune adaptativa podría ser la estrategia terapéutica más efectiva", explica uno de los autores, Masoud Manjili, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia (Estados Unidos).
La mayoría de las personas infectadas con COVID-19 muestran síntomas similares a los de la gripe y sobreviven a la enfermedad. Sin embargo, las personas con factores de susceptibilidad, como la edad (65 años o más), el sexo y las complicaciones de salud subyacentes como el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes o el asma, son significativamente más vulnerables a la infección porque su respuesta inmunológica está desorganizada. Los hombres son más susceptibles a las infecciones que las mujeres debido a una expresión de genes asociados al sexo codificados por el cromosoma X que desempeñan una función clave en la respuesta inmunológica.
Parece que una respuesta inmune desregulada es la causa principal de muerte, en contraposición a la carga viral
"Aunque más del 90 por ciento de los individuos infectados son asintomáticos o manifiestan síntomas no críticos y se recuperarán de la COVID-19, aquellos individuos que presentan síntomas críticos necesitan urgentemente opciones de tratamiento", resalta Manjili.
Debido a que las cargas virales son similares en los pacientes sintomáticos y asintomáticos con COVID-19, parece que una respuesta inmune desregulada es la causa principal de muerte, en contraposición a la carga viral, según la revisión de Manjili. Las consecuencias más graves de COVID-19 son la tormenta de citoquinas parecidas a la sepsis (una grave reacción exagerada del sistema inmunológico), los coágulos sanguíneos y las complicaciones respiratorias o cardiovasculares.
En respuesta a una lesión o infección, el sistema inmune normalmente reaccionará con una respuesta inflamatoria inmediata para limitar la infección y ayudar a desarrollar una inmunidad protectora y duradera contra el virus dentro de los 7 a 10 días siguientes a la infección.
"Sin embargo, cuando la inflamación no se modula o resuelve después de cumplir su propósito, se convierte en hiperinflamación o se hace crónica y resulta en la inhibición de las respuestas inmunológicas adaptativas, daño tisular o fallo de órganos, como se evidencia en muchos casos del nuevo coronavirus. Por lo tanto, comprender y controlar con éxito la inflamación sería un enfoque prometedor para el manejo de COVID-19", reflexiona Manjili.
El investigador apunta que terapias antivirales como la cloroquina, la hidroxicloroquina y el remdesevir podrían ser eficaces como estrategias preventivas o en etapas muy tempranas de la infección, pero podrían impedir que los pacientes obtuvieran una inmunidad protectora. Así, considera que los esfuerzos por desarrollar nuevas opciones de tratamiento para COVID-19 deberían centrarse principalmente en la transferencia de plasma de los individuos inmunes a los que tienen síntomas graves de la enfermedad, así como en una vacuna que prevenga la infección.
Específicamente, Manjili determina que los medicamentos antiinflamatorios altamente adaptados, como el medicamento para la presión arterial losartan, deberían considerarse como opciones viables para el tratamiento de COVID-19. "La combinación de losartan con plasma convaleciente en pacientes sintomáticos podría ser una estrategia prometedora para la prevención o el tratamiento de síntomas clínicos severos y permitirá a los pacientes desarrollar inmunidad contra el virus", concluye.