El cerebro puede cambiar y adaptarse en estructura y función a lo largo de la vida. Edad, situaciones, circunstancias, lugares… todos los momentos a los que se enfrenta el ser humano tienen un impacto en el cerebro, y este se va adaptando. Es lo que les pasa a los astronautas cuando se enfrentan a largas misiones en el espacio. Una investigación publicada en 'Frontiers in Neural Circuits' ha analizado estos cambios microestructurales en la materia blanca y en los sensoriomotores.
“Encontramos cambios en las conexiones neuronales entre varias áreas motoras del cerebro”, destaca el primer autor, el doctor Andrei Doroshin, de la Universidad de Drexel, en Estados Unidos. “Las áreas motoras son centros cerebrales donde se inician las órdenes de movimiento. En condiciones de ingravidez, un astronauta tiene que adaptar sus estrategias de movimiento de forma drástica, en comparación con la Tierra. Nuestro estudio demuestra que su cerebro se reconecta, por así decirlo", resume.
En situación de ingravidez los ventrículos se dilatan produciendo cambios del cuerpo calloso, pero son cambios que no afectan a la estructura del cerebro. “Donde inicialmente se pensaba que había verdaderos cambios estructurales en el cerebro, nosotros sólo observamos cambios de forma. Esto sitúa los hallazgos en una perspectiva diferente", señala el investigador. “Estos resultados contribuyen a nuestra comprensión general de lo que ocurre en el cerebro de los viajeros espaciales. Es crucial mantener esta línea de investigación, buscando los cambios cerebrales inducidos por los vuelos espaciales desde diferentes perspectivas y utilizando diferentes técnicas", concluye.