En todo el mundo existen alrededor de 246 millones de personas con discapacidad visual moderada o severa y de ellos, en torno a 19 millones son niños. A esto hay que sumar los 39 millones de personas que padecen ceguera, la mayoría de ellos, el 90%, en países con menos ingresos. Son datos muy a tener en cuenta sobre todo a partir de los 50 años.
Según un reciente estudio de la organización internacional para el desarrollo Sightsavers, las personas que sufren deficiencias visuales o ceguera a los 50 años son cuatro veces más propensas a declarar problemas de salud mental, como ansiedad y depresión, que las que tienen mejor vista.
El estudio, publicado en la revista científica 'International Health de la Royal Society of Tropical Medicine and Hygiene', apunta que las personas con discapacidad visual grave tienen casi el triple de probabilidades, y las que tienen una discapacidad visual moderada, el doble, de declarar que tienen problemas de salud mental.
En todo el mundo, al menos 2.200 millones de personas tienen una discapacidad visual, pero se sabe poco sobre las conexiones entre la salud ocular y la salud mental, especialmente en los países de ingresos bajos y medios, donde los efectos de la pérdida de visión se ven agravados por la pobreza y las dificultades de acceso a los servicios sanitarios.
El estudio utilizó un modelo estadístico, datos de evaluación del deterioro de la visión y preguntas relacionadas con la ansiedad y la depresión, para estimar la asociación entre el deterioro de la visión y la ansiedad y/o depresión autodeclarada de casi 4.000 adultos en el estado de Kogi.
"La investigación pone de manifiesto que existe una carga sustancial de salud mental entre las personas con problemas de visión y que la salud ocular no debería considerarse en un silo; la visión desempeña un papel fundamental en la salud y el bienestar generales", ha comentado el director principal de programas de salud ocular de Sightsavers, Selben Penzin.
El estudio también señala que la relación entre la salud mental y la discapacidad visual varía según la edad y el sexo. Se estima que la probabilidad de que los síntomas de ansiedad y/o depresión sean autodeclarados es más de cuatro veces mayor entre los hombres con discapacidad visual grave o ceguera y más probable a medida que los hombres envejecen, en comparación con las mujeres con los mismos niveles de pérdida de visión.
Las normas sociales y culturales, las diferencias en los roles de género y los estilos de afrontamiento pueden explicar la diferencia de género; los hombres suelen ser más activos económicamente que las mujeres en Nigeria y pueden sentir un mayor impacto de la discapacidad visual.
Estudios anteriores sugirieron que los factores que contribuyen a la asociación entre la discapacidad visual y la mala salud mental incluyen el impacto que la pérdida de visión puede tener en la independencia, el aislamiento, la pobreza y las oportunidades de empleo.