El cáncer de próstata es la forma de cáncer más común entre los hombres y la tercera causa de muerte por cáncer. La obesidad abdominal parece estar asociada a un mayor riesgo de desarrollar un cáncer de próstata agresivo. Este vínculo ha quedado demostrado en un estudio dirigido por la profesora Marie-Élise Parent, del Institut National de la Recherche Scientifique de Canadá (INRS) y publicado en la revista Cancer Causes & Control.
A lo largo de los años, varios estudios han demostrado que la obesidad es un importante factor de riesgo de cáncer de próstata. Para profundizar en la relación entre la incidencia de la enfermedad y la masa corporal, el equipo de investigación estudió los datos de una encuesta realizada en Montreal entre 2005 y 2012. Los investigadores observaron que la obesidad abdominal se asociaba a un mayor riesgo de cáncer agresivo.
"Señalar los factores de riesgo del cáncer agresivo es un gran paso adelante en la investigación sanitaria porque es el más difícil de tratar. Estos datos crean una oportunidad para trabajar de forma preventiva, controlando más estrechamente a los hombres con este factor de riesgo", explica Parent.
La grasa abdominal favorece la aparición de un carcinoma más agresivo
La distribución real de la grasa corporal parece ser un factor importante en el desarrollo de la enfermedad: el impacto en la salud de una persona puede variar dependiendo de si la grasa se concentra alrededor del abdomen o se distribuye por todo el cuerpo. "La obesidad abdominal provoca variaciones hormonales y metabólicas que pueden favorecer el crecimiento de células cancerosas hormonodependientes. Se cree que la obesidad abdominal está asociada a una disminución de la testosterona, así como a un estado de inflamación crónica relacionado con el desarrollo de tumores agresivos", detalla el autor principal del trabajo, Éric Vallières.
La obesidad general no mostró la misma correlación que la grasa abdominal. Esto puede deberse a un sesgo de detección y a posibles efectos biológicos. "En las personas obesas, la proteína utilizada para detectar el cáncer de próstata en una fase temprana, el antígeno específico de la próstata (PSA), se diluye en la sangre. Esta hemodilución hace que el cáncer sea más difícil de detectar", resalta Vallières.
El equipo de investigación cree que hay que dar prioridad a los estudios sobre el momento de exposición a la obesidad a lo largo de la vida, y que un análisis más profundo de la distribución de la grasa corporal podría aportar más información sobre los riesgos de desarrollar cáncer de próstata.