Un nuevo estudio de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos, es el primero que aborda explícitamente el microbioma intestinal como vía para entender cómo las desigualdades ambientales podrían provocar disparidades en la salud.
La antropóloga biológica Katherine Amato, profesora adjunta de antropología en la Facultad de Artes y Ciencias Weinberg de Northwestern y autora principal del estudio, afirma que, a pesar de la abundante bibliografía que documenta las repercusiones del medio ambiente en el microbioma y el impacto del microbioma en la salud humana, los vínculos entre la discriminación estructural, la alteración del medio ambiente, la estructura del microbioma y las disparidades de salud no se han esbozado de forma exhaustiva.
El nuevo estudio, publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', reclama una mejor comprensión de cómo la discriminación estructural que expone a las poblaciones minoritarias a entornos insalubres -desde dietas alteradas, contaminación, saneamiento y falta de acceso a espacios verdes- repercute en el microbioma intestinal humano, que a su vez afecta a casi todos los aspectos de la biología y la salud humanas.
"La investigación ha implicado al microbioma en la mayoría de las enfermedades crónicas, y sabemos que hay disparidades en la mayoría de las enfermedades crónicas en las que se observa una mayor morbilidad en las poblaciones minoritarias", destaca Amato.
Estudios anteriores han demostrado el impacto de la desigualdad ambiental en la salud. Por ejemplo, un estudio de 2020 demostró que los niños que están expuestos a las plantas y a la suciedad a diario en la escuela tienen una mayor diversidad microbiana y mejores marcadores inmunológicos, probablemente porque la exposición a los microbios de estos materiales se transmite al cuerpo de los niños.
Un microbioma intestinal alterado puede repercutir en el entorno gestacional y en la salud resultante de la siguiente generación
El patrón sugiere que las poblaciones minoritarias que viven en barrios con poco acceso a espacios verdes al aire libre tienen más probabilidades de tener una menor diversidad microbiana y los riesgos de salud asociados.
Entre sus muchas funciones, el microbioma intestinal contribuye a la protección contra los patógenos, la nutrición y el metabolismo, la función inmunitaria, el desarrollo del cerebro y el comportamiento. Un microbioma intestinal alterado también puede repercutir en el entorno gestacional y en la salud resultante de la siguiente generación.
El estudio de Amato se basa en investigaciones anteriores que demuestran que el papel del entorno puede ser más importante que el de la genética en la formación del microbioma humano, y que los cambios en la composición y la función del microbioma son más flexibles en los primeros años de vida.
Según Amato, es necesario realizar más investigaciones empíricas e interdisciplinarias para facilitar los enfoques epidemiológicos que pueden separar los múltiples determinantes de la salud que interactúan y ayudar a aislar los factores que conducen a las enfermedades crónicas.
Uno de los objetivos finales de la investigación es poder realizar intervenciones que aborden cuestiones ambientales y terapias individualizadas para restablecer y mejorar la salud del microbioma.
"Demostrar la importancia potencial de estas terapias para combatir las desigualdades en materia de salud podría dar lugar a intervenciones políticas transformadoras que luchen por el acceso universal a las tecnologías sanitarias emergentes, y a la atención sanitaria en general", resalta Amato.