Considerar cambiar a un inhalador de polvo seco siempre que se pueda tiene beneficio medioambiental

Un nuevo estudio publicado en la revista ‘Asthma’ incide en el elevado impacto positivo que tiene en las emisiones de carbono considerar el cambio de inhalador de un paciente, siempre que sea clínicamente posible

Inhalador de polvo seco (Foto. National Ashma Council Australia)

Uno de los desafíos del sector salud es su impacto en el medioambiente. Su huella de carbono es tan elevada que, como reiteran siempre los expertos, si el sector sanitario fuera un país sería el cuarto más contaminante. Del total de emisiones mundiales, aporta el 4,4%, una cifra en la que además de la fabricación o el reciclaje de fármacos también aportan tratamientos y productos sanitarios con gases fluorados, un ejemplo son los inhaladores presurizados de dosis medidas (pMDI).

Estos dispositivos, imprescindibles para el tratamiento de patologías respiratorias como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), son altamente contaminantes. Su PCA es entre 1.300 y 3.350 veces el CO2lo que hace que la huella de carbono de este tipo de inhaladores pueda alcanzar hasta 36,5kg de CO2 por dispositivo, más de lo que emite un coche desde el Delta del Ebro hasta La Jonquera en la frontera con Francia.

Los dispositivos de polvo seco han demostrado reducir hasta un 85% de las emisiones

Con el objetivo de reducir las emisiones sin disminuir la eficacia y seguridad de estos tratamientos, la industria farmacéutica ha desarrollado otros dispositivos como los de polvo seco o niebla fina (DPI). Dispositivos que han demostrado reducir hasta un 85% de las emisiones, como recalca un nuevo estudio publicado por la revista ‘BMJ. Asthma’.

DISMINUCIÓN DE LAS EMISIONES

El cambio climático y la contaminación son factores de riesgo para el desarrollo de múltiples patologías y el empeoramiento de la calidad de vida de otros pacientes. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos fenómenos causarán 250.000 muertes por año entre 2030 y 2050. Unas cifras alarmantes que los profesionales sanitarios pueden evitar con medidas como una “selección meditada de la prescripción de un inhalador para el tratamiento de la enfermedad”. “Esto reduciría directamente las emisiones de gases contaminantes”, indican los autores del estudio citado anteriormente.

Como recogen en el documento, el beneficio en la salud del paciente debe ser la prioridad de los médicos a la hora de prescribir. En este sentido, señalan, “hay diferentes medicamentos inhalados que han mostrado su efectividad y que están disponibles en distintos formatos”. Y, como inciden, los formatos de polvo seco son “el tipo de dispositivo más popular en los pacientes que lo usan”. Dato que reflejó un estudio realizado en Alemania y publicado en ‘Patient Preference and Adherence’, que señaló que “las personas mayores prefieren los inhaladores de polvo seco a los pMDI y SMI. Por lo tanto, los DPI parece ser muy adecuada para pacientes geriátricos, siempre que haya suficiente flujo de aire inspiratorio”.

"Los inhaladores con baja huella de carbones han de ser ofrecidos a los nuevos pacientes con patologías respiratorias como primera opción, a menos que haya una razón médica para otra elección”

La realidad, sin embargo, es que los presurizados son los más utilizados a nivel mundial. Según datos del IQVIA, en 2020 en la UE había 30 mil millones de inhaladores pMDI, que generaban 125 gramos de CO2 por dosis, lo que supone 3,6 millones de toneladas. Ante estos datos el estudio analiza si el cambio de inhalador reduce las emisiones, y la realidad es que sí “sin tener un impacto en el control del asma”. Y reduce la huella de carbono  y mejora el control del asma si se combina con otros tratamientos. De hecho, algunos estudios han reflejado que si el 80% de los pMDI que utilizan los pacientes se cambiaran a DPI en el Reino Unido, Italia, Francia, Alemania y España supondría una disminución del 68% de la contaminación.

Eso sí, recuerdan los autores, “es importante que cualquier cambio de inhaladores y de estrategias se realice con cuidado y teniendo en cuenta las necesidades de los pacientes”, recuerdan los autores. Un cambio que va a ser paulatino mientras se vayan comercializando nuevos dispositivos de polvo seco, que ya están llegando a la clínica, y se desarrollen nuevos inhaladores con propelentes con bajos niveles de gases fluorados, pero que ha de ir dándose, como concluyen los expertos: “Los inhaladores con baja huella de carbones han de ser ofrecidos a los nuevos pacientes con patologías respiratorias como primera opción, a menos que haya una razón médica para otra elección”.

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