El cambio climático está protagonizando la actualidad estos días a raíz de la celebración de la cumbre del clima de la ONU (COP29) en Bakú. Estas jornadas se basan en la búsqueda de políticas y líneas económicas que frenen las devastadorasconsecuencias de la crisis climática. No obstante, para llevar a cabo medidas eficaces, es necesario conocer el verdadero alcance del problema, especialmente en materia sanitaria. Con este contexto, The Lancet ha dado a conocer su impactante informe de 2024 ‘Countdown’ sobre salud y cambio climático. Los resultados son claros: el impacto en nuestra salud ha superado todos los récords.
Las políticas actuales, lamenta el informe, llevan a un aumento de las temperaturas de 2,7 grados de aquí a 2100 con los múltiples daños para la salud que esto conlleva. Todo ello a pesar de que sí se han producido avances en la adopción de energías renovables. “El mundo avanza en la dirección equivocada”, critican, y “la mayoría de los países no están preparados para un futuro saludable”. En este sentido, un futuro próspero para nuestra salud que evite un aumento catastrófico de las muertes, las enfermedades y la destrucción, pasaría por tomar acciones urgentes y centradas en la salud.
Pero, ¿Cuáles son los indicadores actuales? El informe ha puesto sobre la mesa cuatro de los grandes riesgos e impactos en la salud del cambio climático: el calor, los fenómenos meteorológicos extremos, la transmisión de enfermedades infecciosas y la seguridad alimentaria. Comenzando por el indicador del calor, cabe destacar que el pasado año la ciudadanía estuvo expuesta, de media, a 50 días más de calor peligroso para la salud de lo que se preveía.
“La mayoría de los países no están preparados para un futuro saludable”
Esto se traduce en un aumento de las muertes en las personas mayores de 65 años de un 167%. Pero el calor no sólo afecta al aumento de las muertes directas, pues presenta otras consecuencias como la falta de sueño, que ha aumentado en un 6%. Esto unido a que, debido al calor, también se reduce la actividad física, nos deja un empeoramiento tanto de la salud física como de la salud mental.
Respecto a la relación entre la salud y los fenómenos extremos, cada vez hay más eventos de este tipo, como son los incendios, cuyo riesgo ha crecido en un 66%; las sequías; las precipitaciones extremas; y las tormentas de polvo, que han aumentado en un 48%. No obstante, no hay que mirar muy lejos para encontrar un claro ejemplo: las terribles consencuencias que está sufriendo España por la reciente DANA.
Por otra parte, en 2023 la sequía extrema afectó casi a la mitad de la superficie terrestre, lo que conllevó un aumento de un 31% en el número de personas expuestas a concentraciones peligrosamente altas de partículas en el aire. Esto ahonda en las enfermedades respiratorias. Además, nuestra salud mental se ve muy afectada por todos estos fenómenos extremos. Tanto es así que, en la última década, estos eventos han empeorado nuestro bienestar emocional en un 18%, dato que además sigue empeorando a nivel mundial.
El cambio climático está mejorando la idoneidad para la transmisión de enfermedades infecciosas y mortales
A su vez, el cambio climático está mejorando la idoneidad para la transmisión de enfermedades infecciosas y mortales. El informe recoge datos reveladores sobre varia enfermedades: en 2023 se notificaron más de 5 millones de casos de dengue a nivel mundial; en torno a un 20% más de la superficie de la Tierra se ha vuelto adecuada para los parásitos que transmiten la malaria; y en el caso de los vectores del virus del Nilo Occidental, su capacidad para infectarnos ha aumentado en más de un 4%.
Finalmente, no debemos olvidar el indicador de la seguridad alimentaria y la desnutrición. En 2023, hasta 733 millones de personas estaban desnutridas y 2,83 mil millones (35,5%) no podían permitirse una dieta saludable. Esto perjudica indudablemente a nuestra salud y aumenta la mortalidad. Igualmente, se advierte que “los indicadores que reflejan los efectos sobre la salud sugieren que la adaptación no está a la par de los crecientes peligros. A medida que los riesgos climáticos se agraven, los países tendrán que dedicar cada vez más recursos”.
En definitiva, “es preocupante que los múltiples peligros revelados por indicadores individuales probablemente tengan efectos simultáneos, acumulativos y en cascada” sobre la salud. Además la falta de recursos financieros es un obstáculo fundamental para hacer frente al cambio climático, pese a que los expertos coinciden en que el coste de la inacción es mucho más alto que el de la prevención. “Prevenir las consecuencias más catastróficas para el desarrollo humano, la salud y la supervivencia requiere ahora el apoyo y la voluntad de todos los actores de la sociedad”, concluyen.