El incremento del trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) de donante no emparentado ha crecido un 29% con respecto a 2020, año en el que se redujo en un 2,5% por el impacto de la COVID-19. En el año 2021, España registró su máximo histórico de actividad de TPH, según el balance de datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), dirigida por Beatriz Domínguez-Gil y que reconoce especialmente el esfuerzo realizado por los profesionales sanitarios para mantener e, incluso, reforzar este programa durante la crisis sanitaria generada por la COVID-19. La adaptación a la situación epidemiológica explica por qué el trasplante de un donante familiar creció en 2020 y se redujo un año después, ya que la logística de este tipo de intervenciones es menos compleja al no depender de la identificación de un donante a través del Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO). En la actualidad, todos los pacientes que lo necesitan disponen de un donante adecuado gracias a las diferentes opciones de donación.