La diversidad lingüística que coexiste en España es uno de los mayores orgullos y riquezas culturales de nuestro país, con hasta seis lenguas oficiales: castellano, catalán, valenciano, gallego, euskera y aranés. Unos idiomas que representan la singular identidad de estos territorios y comunican a sus gentes con las raíces más profundas de su tierra. Fruto de ello, en mayor o menor medida, todas las regiones nacionales con una segunda lengua propia -al margen del castellano- tratan de preservar su idioma y hacerlo tan presente en sus instituciones como lo está en su sociedad; con una especial singularidad en sus servicios sanitarios de asistencia a los pacientes.
De esta manera, desde ConSalud.es hemos hecho un recorrido por la geografía estatal para conocer la situación de los requisitos lingüísticos a la hora de acceder a una plaza como médico en un centro de salud u hospital. Un controvertido asunto que en muchas ocasiones se ha contaminado con intereses políticos lejos de la salud y que, por otra parte, coincide con una realidad en la que en España se hace evidente la falta de facultativos y la necesidad por parte de la Consejerías de Sanidad de atraerlos hacía sus regiones. Todo un trabalenguas desde Finisterre a Mahón que diferentes representantes sindicales autóctonos han tenido a bien trasladarnos.
La acreditación lingüística es un elemento que “interfiere para la necesaria captación y fidelización de los profesionales”. "Abogamos porque sea un mérito, no un requisito"
En fechas veraniegas las Islas Baleares resultan un destino ideal –como tantos otros enclaves nacionales- para disfrutar de sus costas, y no lo son menos para descifrar la peculiaridad del conocimiento del catalán a la hora de acceder a su Salud pública. No en vano, recientes procesos de incorporación de efectivos médicos han establecido el conocimiento de esta segunda lengua como un requisito para las plazas. Una circunstancia que el presidente de Simebal,Miguel Lázaro, observa con cierta preocupación por el hecho de que la acreditación lingüística es un elemento que “interfiere para la necesaria captación y fidelización de los profesionales”, dificultad especialmente singular en zonas de muy difícil cobertura como Ibiza o Formentera.
De esta manera, aclara que el conocimiento del catalán “bienvenido sea”, aunque no por ello debe convertirse en un requisito que “interfiera” en el propio beneficio del paciente a la hora de contar con los efectivos necesarios para asegurarle la oportuna asistencia. Más si cabe, teniendo en cuenta que en Baleares el asunto idiomático no es un problema que “afecte a la relación médico-paciente” ni algo que “genere quejas”. Por tanto, desde Simebal abogan por que el conocimiento de esta lengua se considere un mérito para todos los profesionales que deseen formar parte de las plantillas del IB-Salud, sean de las propias islas o de otras CC.AA.
El requisito lingüístico para el médico no es un asunto “problemático ni complejo”, más bien un mérito añadido en la oposición a plazas; aunque confiesa que tener un conocimiento básico del gallego “siempre viene bien”
Desde Galicia, Enrique Marra, secretario general del sindicato médico CESM, mantiene una línea similar y aclara que en su región el requisito lingüístico para el médico no es un asunto “problemático ni complejo”, más bien un mérito añadido en la oposición a plazas; aunque confiesa que tener un conocimiento básico del gallego “siempre viene bien”, especialmente en pequeñas localidades más aisladas. De este modo, considera que “el saber no ocupa lugar”, pero por encima de ello la prioridad debe pasar por evitar las “discriminaciones idiomáticas y excluyentes” que impiden a muchos facultativos “moverse con libertad” en un país donde todos “podemos comunicarnos a través del castellano”.
Por su parte, el sindicato médico Metges de Cataluña aporta una visión diferente al asunto. Argumentan que la falta de facultativos en la Sanidad es un tema aparte del lingüístico y debe abordarse desde otras soluciones diferentes a limitar el “derecho de los ciudadanos a ser atendido en su propia lengua”. No en vano, la región catalana es un ejemplo de importante implementación del requisito del catalán para acceder a los puestos en Salud pública, donde la obligatoriedad de “acreditar un nivel mínimo de catalán” es del 100% y un “habitual mérito” en la mayoría de ofertas del sector privado. La organización sindical aclara que el conocimiento que se solicita es “el acreditado al terminar el bachillerato” y no resultaría "difícil de aprender" para los facultativos llegado el caso.
“El freno no es el idioma, sino las circunstancias de trabajo. Lo que hay que hacer es mejorar estas condiciones laborales para los facultativos, porque cuando han sido buenas el catalán nunca resultó una barrera de entrada”
De esta manera, Metges da por sentado que el catalán en Salut, “como en cualquier otro servicio público”, ha de ser asegurado a sus ciudadanos al tratarse del “idioma propio”. Por tanto, el requisito lingüístico como posible traba para la llegada de médicos es algo que queda fuera de debate. “El freno no es el idioma, sino las circunstancias de trabajo que se viven. Lo que hay que hacer es mejorar estas condiciones laborales para los facultativos, porque cuando han sido buenas el catalán nunca resultó una barrera de entrada”, remarcan desde la organización sindical.
Una visión mucho más laxa nos traslada Jesús Gil Pinilla, vicesecretario General de CESM en la Comunidad Valenciana, quien traslada que el conocimiento del valenciano “no es un requisito, es un mérito”. Una “razonable” situación de punto a favor para los interesados en una plaza en la Sanidad valenciana, que, por otro lado, “quizá está demasiado dimensionado” en su región. Lamenta un “excesivo peso” que pone dificultades a la llegada y permanencia de muchos médicos, más si cabe teniendo en cuenta que se trata de un idioma que, con la propia estancia en la Comunidad Valenciana, “la persona puede fácilmente aprender”. En la línea de este elevado peso que se le otorga al valenciano, recientemente la Generalitat tuvo que “modificar la valoración de méritos” en una OPE por el creciente malestar generado en el colectivo. En aquella ocasión se equiparó el idioma por encima de un doctorado.
"El territorio navarro se divide por 3 diferentes baremos conforme a la presencia del idioma en la población: "la zona vascófona, la zona media y la no vascoparlante –sin peso del euskera-"
La Comunidad Foral de Navarra es otro singular ejemplo de la radiografía del euskera como condicionante a la hora de acceder al Servicio Navarro de Salud. Una implantación de este requisito lingüístico que se presenta de manera escalonada en la región. De hecho, nos explica el vocal de Atención Primaria del SMN, Juan Ramón Sanchiz, “hay plazas con requisito obligatorio de euskera” y que a veces “cuesta ocupar”. Al margen de estas vacantes, para las que el responsable sindical pediría “un poco más de flexibilidad” que les diera más "continuidad "en el servicio, el territorio navarro se divide por 3 diferentes baremos conforme a la presencia del idioma en la población: "la zona vascófona, la zona media y la no vascoparlante –sin peso del euskera-". De esta manera, desde SMN respetan la ley navarra al respecto, si bien se muestran abiertos a “excepcionalidades” en el requisito lingüístico en pos de un mejor servicio asistencial.
Por último, la región vascófona por excelencia, el País Vasco, ha supeditado la implantación del requisito del euskera en Sanidad a un mapa sociolingüístico desarrollado por las instituciones públicas, como aclara Mikel Herrero, delegado del Sindicato Médico de Euskadi (SME). De este modo, se establece un grado de exigencia del idioma en un porcentaje proporcional al de la población residente que lo habla. “En una zona donde existen mucho vascoparlantes, por ejemplo, en la zona de la costa –con un 80% de hablantes- se exigía que alrededor de un 40 o 50% de los trabajadores tuviesen acreditado este perfil lingüístico”, desvela.
“No hay un centro de salud en Euskadi en el que no esté absolutamente garantizado, para el paciente que lo desee, la atención en el idioma de su preferencia”
El facultativo de Atención Primaria acredita que “no hay un centro de salud en Euskadi en el que no esté absolutamente garantizado, para el paciente que lo desee, la atención en el idioma de su preferencia”, especialmente en el primer nivel asistencial. Por ello, considera que las políticas lingüísticas también deberían tener “la posibilidad de abrir un poco la mano”, especialmente en el actual contexto de falta de profesionales sanitarios. “La atención sanitaria debe priorizar al paciente y después velar por el respeto lingüístico”, indica. No en vano, el País Vasco se encuentra inmerso en un proceso de trasladar la exigencia del euskera “a cada plaza que queda vacante por jubilación” de aquí en adelante. En este sentido, Mikel Herrero, no quiere decirnos agur sin señalar la importancia de facilitar a los profesionales de Osakidetza - o que aspiren a entrar- los cauces y el acompañamiento necesario para aprender este “singular idioma”.