Un reciente estudio elaborado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha puesto el foco en la posibilidad de emplear magnetosomas en la eliminación de las células cancerígenas mediante la aplicación de una temperatura elevada. Se trata de unas nanopartículas magnéticas cuyo origen es biológico.
El citado estudio lleva la rúbrica de David Muñoz Rodríguez y lo ha realizado como parte de sus tesis doctoral. A través de este ha determinado que el 80% de las células entraban en apoptosis (término que se emplea para referirse a la muerte celular programada) al entrar en contacto con los magnetosomas que previamente han sido sometidos a un campo magnético exterior con el objetivo de que estos alcancen una temperatura de entre 43 y 46 grados.
“Los magnetosomas proporcionan un aumento de la temperatura suficiente para reducir la viabilidad celular de forma estadísticamente significativa induciendo a las células a que entren en apoptosis y mueran”, ha explicado Muñoz a través de un comunicado.
“Los magnetosomas proporcionan un aumento de la temperatura suficiente para reducir la viabilidad celular de forma estadísticamente significativa induciendo a las células a que entren en apoptosis y mueran”
Sobre sus conclusiones el investigador destaca que podrían sentar las bases de un “futuro prometedor”, ya que este sistema podría ser utilizado como una alternativa a los tratamientos antitumorales que se utilizan en la actualidad.
Sobre estas declaraciones recalca que aún queda por determinar qué sucede con los magnetosomas después de que han actuado contra las células cancerígenas. Un punto importante ya que existe división de opiniones en función de los estudios que consultemos.
Unos apuntan que los magnetosomas, una vez han concluido su función, podrían ser metabolizados por el organismo. El problema residiría en las indicaciones de otros estudios que declaran que estos podrían acumularse en el hígado, los riñones o el bazo.