El hospital clínico universitario Virgen de la Arrixaca cuenta con un Programa de Acceso Vascular en el que profesionales de tres especialidades distintas trabajan conjuntamente para abordar de modo integral una técnica imprescindible para algunos pacientes de hemodiálisis y del que depende en determinados casos su vida.
Se trata del primer programa regional de estas características y su importancia reside en que a través del acceso vascular se realiza la necesaria terapia de filtrado sanguíneo que los riñones del paciente de hemodiálisis no pueden hacer.
El consejero de Salud, Juan José Pedreño, acompañado del gerente del Servicio Murciano de Salud, Francisco Ponce, visitaron la Unidad de Hemodiálisis del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia donde destacó que este sistema ha acabado con la lista de espera quirúrgica para la creación del acceso vascular, y añadió que lo más importante del programa es la mejora de la calidad de vida de los pacientes renales y la reducción de los ingresos.
A través del acceso vascular se realiza la necesaria terapia de filtrado sanguíneo que los riñones del paciente de hemodiálisis no pueden hacer
Un equipo multidisciplinar de 25 profesionales de los servicios de Nefrología, Cirugía Cardiovascular y Radiología, del Hospital Virgen de la Arrixaca, se organiza mediante un sistema de comunicación continua y reuniones mensuales con el fin de mejorar el estado, la durabilidad y el buen flujo del acceso. Gracias a ello, la morbi-mortalidad del paciente renal ha disminuido notablemente.
El ámbito de actuación del programa de acceso vascular son los pacientes de la consulta de enfermedad renal crónica avanzada y los pacientes de hemodiálisis de la Arrixaca, además de los que son atendidos en los centros de hemodiálisis de El Palmar, Cieza, Abarán, Caravaca de la Cruz y Yecla.
Los accesos vasculares se crean para poder iniciar el tratamiento de la hemodiálisis, ya que las arterias y venas son demasiado pequeñas, y se construye uniendo la arteria y la vena propias del paciente debajo de la piel del brazo.
Cuando se unen ambas, la presión dentro de la vena aumenta, fortaleciendo las paredes de esta para que se encuentre en condiciones de recibir las agujas empleadas en la hemodiálisis. Esta fístula necesita alrededor de tres meses de cura para poder usarse en hemodiálisis, sin embargo puede utilizarse durante años.
Las tasas de infecciones y complicaciones al usarse estas fístulas nativas son notablemente inferiores al compararlas con otras modalidades, como las fístulas arteriovenosas protésicas y los catéteres venosos centrales, muchos de los cuales han desaparecido gracias a la nueva técnica empleada.