El Infanta Elena apuesta por las “cesáreas humanizadas”

El hospital madrileño ha puesto en marcha un programa que tiene como objetivo buscar el máximo bienestar del recién nacido, favorecer el contacto piel con piel y mantener juntos todo el tiempo a la madre y a su pareja con el bebé.

El Infanta Elena apuesta por las “cesáreas humanizadas”
27 febrero 2016 | 00:00 h
El Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro, perteneciente a la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, ha puesto en marcha un programa de cesáreas humanizadas o de baja intervención con un triple objetivo: buscar el máximo bienestar del recién nacido, favorecer el contacto piel con piel con la madre y mantener juntos todo el tiempo a la madre y a su pareja con el bebé.

"Actualmente se habla mucho de partos de baja intervención, se cuida y se mima mucho la asistencia al parto, pero no sucede así en el caso de las cesáreas"
Según pone de manifiesto la doctora Montserrat González Rodríguez, jefe de Sección de Obstetricia, "actualmente se habla mucho de partos de baja intervención, se cuida y se mima mucho la asistencia al parto, pero no sucede así en el caso de las cesáreas, en las que la atención es buena pero podemos convertirla en excelente cuidando un poco el trato a la mujer y al bebé".

En las cesáreas humanizadas no sólo se da acceso a la pareja de la gestante al quirófano, sino que se intenta que el nacimiento sea lo menos traumático posible, que sea lo más parecido a un parto vaginal, favoreciendo desde el principio el contacto piel con piel con la madre, que, según está comprobado, es muy beneficioso para el recién nacido, favoreciendo la lactancia materna y optimizando su temperatura.



En las cesáreas humanizadas no sólo se da acceso a la pareja de la gestante al quirófano, sino que se intenta que el nacimiento sea lo menos traumático posible
Respecto del nacimiento, la idea es que en el momento que se abre el útero salga la cabeza del bebé, de forma que en lugar de sacarlo lo más rápidamente posible, como es la técnica tradicional, se deja salir solo al bebé, que en la mayoría de las ocasiones comienza a llorar espontáneamente; además, se realiza un clampaje tardío del cordón umbilical, si puede ser hasta que deja de latir, siempre y cuando el bebé tenga una buena adaptación que suele ser inmediata.

Finalmente se prepara al bebé y se le coloca piel con piel con la madre desde el principio, "de forma que si hasta ahora en el postoperatorio se separaba a la madre del bebé, que hacía el piel con piel con la pareja de la madre, lo que hemos conseguido es mantener a los tres juntos consiguiendo comenzar la lactancia materna de forma precoz", concluye la doctora González.


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