Más no siempre es mejor. Esto también se aplica en medicina. Llevar a cabo pruebas diagnósticas o tratamientos innecesarios no solo puede poner en riesgo la sostenibilidad del sistema sanitario, sino también la salud del propio paciente. Esto precisamente es lo que busca evitar el proyecto “No Hacer” del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam).
La iniciativa, paralizada desde marzo del año pasado y que se quiere impulsar en 2022, se basa en unas 200 recomendaciones que han establecido 48 sociedades científicas a nivel nacional. Como explica la directora general de cuidados y calidad del Sescam, Begoña Fernández, “con este proyecto queremos evitar todo daño innecesario que pueda sufrir el paciente por la realización de cualquier asistencia sanitaria. La evidencia científica nos dice que una de cada cinco intervenciones no van a ser necesarias”. Por ejemplo, no solicitar radiografías o pruebas diagnósticas de TAC en donde sometemos a radiación a los pacientes ante un dolor que no es intenso durante las primeras seis semanas, "salvo que existan signos de alarma", precisa.
Sin embargo, la especialista señala que debe ponerse en marcha con sumo cuidado. Así lo explica: “No se puede poner sin planificar y sin preguntar a todos los profesionales sanitarios porque podría generar rechazo y también en los ciudadanos si no hacemos una campaña de información adecuada”. Una campaña donde se aclararía que el fin del proyecto no es reducir gastos: “Nada más lejos de la realidad. Tenemos que hacer lo que tenemos que hacer, pero lo que sabemos que le va a producir daño y riesgos innecesarios, no tenemos que aplicarlo”, remarca.
El proyecto "No Hacer" busca evitar todo daño innecesario que pueda sufrir el paciente por la realización de cualquier asistencia sanitaria
El primer paso para su puesta en marcha el próximo año es la constitución de un grupo coordinador. Tal y como asevera Begoña Fernández, “lo primero que tenemos que hacer es poner a disposición de nuestros profesionales las más de 200 recomendaciones y que nos digan cuáles creen que son prioritarias para poner en marcha para nuestros ciudadanos”. Una vez hecho, se elaborará una guía para que se lleve a cabo de igual forma en todos los centros del sistema sanitario. “Todo esto nos va a ayudar, como está basado en evidencia científica, a disminuir la variabilidad en la práctica clínica”, añade.
Y no es la única ventaja. Como asevera la especialista, “para los profesionales sanitarios va a suponer que van a prestar una atención sanitaria de mayor calidad y además van a ahorrar tiempo que pueden dedicar a otras cosas”. También beneficiará a los propios pacientes: “El mayor beneficio que tienen los usuarios es que les estamos evitando daño que no es necesario. Hablamos de cualquier efecto adverso que puede surgir por la aplicación de un tratamiento o medicación innecesaria, técnicas incorrectas…Y pueden ser leves, graves o incluso en algún caso puede causar incluso la muerte”.
La directora general de cuidados y calidad del Sescam destaca otro objetivo del proyecto, la sostenibilidad del sistema. “Si estamos dedicando tiempo y recursos a hacer cosas que no debemos hacer con nuestros pacientes y que está demostrado científicamente que no le aporta ningún beneficio, estamos atentando contra la sostenibilidad del sistema”, explica.