Tras más de un año de pandemia, el consejero de Sanidad de Canarias, Blas Trujillo, se marca como reto solucionar la situación contractual de muchos profesionales del sistema de salud de las islas.
¿Qué balance sanitario hacen de este 2020?
El año 2020 no lo podremos olvidar nunca porque ha sido el año de la Pandemia y cuando el coronavirus y la COVID-19 se han introducido en nuestras vidas. Un año que comencé como observador, pues mi nombramiento como consejero fue posterior. En este tiempo en el que muchos estábamos confinados veíamos cómo los sanitarios trabajaban y es cuando la población en general ponía en valor el tremendo trabajo de este colectivo. Un año en el que hemos tenido que convivir con la pandemia en nuestras vidas pero, muy especialmente, en el sistema sanitario. Desde esta perspectiva nos hemos tenido que enfrentar al gran reto de modular la atención sanitaria al ciudadano en espacios donde convivía lo COVID con lo no COVID. Los hospitales se han tenido que dividir y diferenciar, se han creado protocolos en todos los niveles de asistencia. La asistencia se vio paralizada durante muchos meses y eso ha visto su reflejo en las listas de espera de manera significativa pero no puedo más que sentirme admirado y orgulloso de cómo el sistema público canario ha dado respuesta a esta situación situándonos en la comundad autónoma con menos afección de la pandemia de España y con uno de los mejores indicadores de Europa.
La llegada de la pandemia ha supuesto un revés para el SNS. ¿Qué cambios deberían llevarse a cabo?
Uno de los puntos esenciales en los que estamos trabajando es en la estabilización del personal. En Canarias, siete de cada diez profesionales del SCS no tiene contrato fijo y eso ha generado una situación de inestabilidad que hay que corregir. Otro de los puntos esenciales que debemos abordar es en la modernización y agilización de los sistemas de información entre usuarios y el propio sistema de salud. Además, hemos visto un importante talón de aquiles en la dependencia de mercados internacionales para la provisión de material snaitario, medicamentos y, ahora, con las vacunas.
¿Cuáles han sido las lecciones aprendidas hasta ahora con la llegada del nuevo coronavirus?
El trabajo en el seno del Consejo Interterritorial de Salud nos ha llevado a darnos cuenta de la importancia de la coordinación en esta materia. Necesitamos un sistema de salud fuerte y coordinado para poder lograr la equidad en el acceso a los servicios. Es algo que pasa en la propia Comunidad Autónoma de Canarias que la insularidad y un modelo descentralizado de gestión ha llevado a diferencias importantes que debemos solventar. Otra lección importantísima ha estado en redecubrir la importancia de la Dirección General de Salud Pública que, tanto en Canarias como en el resto de España, han sido departamentos infradotados y son esenciales.
La tecnología sanitaria tiene cada vez más fuerza, tanto en el ámbito de la investigación, como en el abordaje del paciente. ¿Qué acciones se están llevando a cabo desde la Consejería en este ámbito?
En el SCS estamos implantando una serie de avances tecnológicos importantes como la la teleconsulta de especialidades como dermatología y radiología, o las salas de salud virtuales, siguiendo los modelos nórdicos de telemedicina. Además se está impulsando proyectos de innovación basados en procesos relacionados con la gestión sanitaria, las decisiones clínicas, la gestión del conocimiento y del talento con el objetivo de ir hacia modelos de organización que permita incrementar el valor en términos de salud. La pandemia ha propiciado avances con el e-Health para impulsar algunos proyectos como por ejemplo el avance en un sistema capaz de mejorar el diagnóstico clínico mediante una plataforma de inteligencia artificial basada en la imagen.
¿Cuáles van a ser los principales objetivos para 2021?
El gran reto de este 2021 se llama estrategia de vacunación. Nuestro sistema ha demostrado, una vez más, estar preparado para poder llegar a ese objetivo europeo de vacunar al 70 por ciento de la población este verano. Para ello hay un importante trabajo logístico, de gestión y de enfermería de calle que ha resultado realmente impresionante. La vacuna es la gran esperanza para acabar con esta pandemia y los sistemas públicos de salud están preparados. Porque sin salud, no hay economía. El otro gran reto es rebajar las listas de espera, para lo que nosotros impulsamos un plan con una dotación de 200 millones de euros y con el que pretendemos reducir las listas de espera en más de un 30 por ciento.