En algunos trimestres durante los últimos cinco años, los pacientes que han acudido a la Consulta del Down del Adulto del Hospital Universitario La Princesa se encuentran que la primera persona que les atiende es alguien con discapacidad intelectual como ellos. Esta persona les recoge de la sala de espera llamándoles por su nombre, les conduce hacia una habitación donde les mide y les pesa, y recoge los datos para que les atienda el doctor responsable de la consulta, en este caso el Dr. Fernando Moldenhauer.
En los últimos tres meses el encargado de recibir a los pacientes de la consulta para adultos con Down ha sido Andrés Míguez, un joven de 22 años también con síndrome Down que ha realizado las prácticas de su carrera universitaria en este centro hospitalario. Durante los dos últimos años Míguez se ha formado en el programa Promentor de la Universidad Autónoma de Madrid y la Fundación Prodis que le ha preparado para incorporarse al mundo laboral. De hecho, durante este tiempo en La Princesa, ha sido otro miembro más del hospital.
“Son personas acostumbradas al medio sanitario, que conocen como usuarios, y que son capaces de dar una atención más cercana a los pacientes”, indica el Dr. Moldenhauer
Ha aprendido a ordenar los kits de muestras, bolsas y sobres de la habitación de atención de pacientes, además de realizar las mediciones comentadas y acompañar a los pacientes. “Ha sido muy interesante y divertido. Una experiencia nueva”, indica mientras señala unos sobres que tiene que sellar y guardar. Con esta iniciativa ha visto desde el otro lado lo que es la atención sanitaria que él ha recibido a lo largo de su vida. “Son personas acostumbradas al medio sanitario, que conocen como usuarios, y que son capaces de dar una atención más cercana a los pacientes”, indica el Dr. Moldenhauer.
Muchos pacientes que van a la consulta le conocen, otros se sorprenden de ser atendidos por alguien con discapacidad como ellos. Incluso algunos que no van a la Consulta del Down del Adultos pero ven a estos estudiantes quedan gratamente sorprendidos. “Yo tengo una sobrina Down, es una maravilla lo que hace este chico”, señala una señora al ver a Míguez mientras le entrevistamos. De esta forma, estudiantes como Andrés Míguez visibilizan sus capacidades, se vuelven más autónomos y aprenden cómo es el otro lado de la atención sanitaria, desde la atención en consulta al trabajo de documentación y administración.
AUTONOMÍA, FLEXIBILIDAD Y APRENDIZAJE
Desde que se pusiera en marcha este programa de Formación para Personas con Capacidades Diferentes de La Princesa hace cinco años, han pasado 12 alumnos por el hospital. “Hace 14 años se unió a nosotros José, una persona con capacidades diferentes. Desde entonces estamos muy sensibilizados y cuando la Universidad Autónoma nos dio la oportunidad de formar a estas personas no lo dudamos”, indica el Dr. Jorge Gómez, coordinador de la Unidad de Humanización y RSS y responsable del programa de formación.
Durante tres meses, en horario de 9h a 13h, diferentes alumnos con discapacidad intelectual se forman en consulta con el Dr. Moldenhauer o en el Área de Humanización junto con el Dr. Gómez. Y con ayuda y guía de los profesionales sanitarios y de mediadoras como Alba Pérez y Annie Hielscher aprenden lo que es el trabajo en un hospital, tanto la versión rutinaria como lo que vaya surgiendo en el día a día.
En los últimos meses la nueva compañera de la Unidad de Humanización ha sido Carmen Casado, una espabilada joven de 21 años con síndrome de Down que ha clasificado la documentación del hospital, trabajando encuestas que han realizado en cursos de formación o bajando al Archivo para digitalizar la información de las historias clínicas del centro sanitario. Aunque ella quiere trabajar en un colegio, y de hecho así lo hará en breve, en el hospital ha visto que ha ganado “autonomía” y flexibilidad, “yo soy muy cabezota y ahora he aprendido a serlo menos”, manifiesta.
“Son gente que quieren aprender y que demuestran lo que son capaces”, indica el Dr. Gómez. De hecho, Casado ya ha realizado alguna de las actividades sola, sin que hubiera alguien supervisando cada paso que daba. Y ambos, Carmen Casado y Andrés Míguez, han demostrado que son capaces de hacer todo lo que se les propone. “Incluso en algunos casos nosotros mismos les hemos limitado lo que podrían hacer sin problemas por falta de permisos”, concluye el Dr. Fernando Moldenhauer.