La Fiscalía de Madrid pide ocho años de cárcel para el exdirector del Departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense por tener a sus trabajadores en condiciones “degradantes” al haber acumulado más de 500 cadáveres a temperatura ambiente en un sótano sin ventilación, tal y como ha informado EFE.
El Ministerio Público le atribuye un delito contra la salud de los trabajadores, por el que solicita tres años de prisión, y cinco delitos contra la integridad moral, por cada uno de los cuales pide un año de cárcel. En concepto de responsabilidad civil la Fiscalía le reclama un total de 277.258 euros para cinco técnicos afectados.
La titular del Juzgado de Instrucción número 37 de Madrid procesó en julio de 2019 a José Ramón Mérida Velasco por un delito contra los derechos de los trabajadores, según el auto de transformación de diligencias previas en procedimiento abreviado, en el que archivó la actuaciones para el resto de los investigados.
Cuando los trabajadores se quejaron del exceso de cadáveres y de las malas condiciones su respuesta fue: “las puertas cerradas y que no se hable nada”
De cara al próximo juicio, en fecha aún por determinar, la Fiscalía sostiene en su escrito de acusación que el médico, pese a las reiteradas quejas de los trabajadores por el incumplimiento de sus obligaciones en materia de seguridad y salud, les obligó durante años a prestar sus servicios “en condiciones insalubres, degradantes, nocivas y peligrosas”.
Esta situación se mantuvo hasta 2014, cuando una inspección paralizó los trabajos y finalmente se extrajeron del sótano 534 cadáveres, tal y como detalla la Fiscalía. Desde ese puesto sometió a los trabajadores “a unas condiciones de penosidad innecesariamente degradantes que trascendieron de la esfera laboral”, desatendiendo “sistemáticamente” durante años sus “justas” demandas, “al tiempo que les culpabilizaba y recriminaba por la situación de desbordamiento que él provocaba, sin proveer ninguna solución”, añade.
ENTRE GUSANOS, INSECTOS Y LARVAS
La Fiscalía denuncia carecían incluso de las condiciones de higiene más elementales, “hasta el punto de que era frecuente la presencia de insectos, gusanos y larvas rodeados de restos humanos amontonados anárquicamente y sumergidos en el permanente hedor a putrefacción”. Los trabajadores se sumieron “en un estado de desesperanza que provocó alteraciones en la percepción de la realidad que les rodeaba, de manera que aceptaron como inevitable y normal una situación que, de modo objetivo, constituía una violación permanente a su dignidad como seres humanos”.
El Ministerio Público relata diferentes irregularidades y subraya una “falta de control sanitario de acceso de cuerpos” que “determinaba que los trabajadores quedaran expuestos a riesgos biológicos, infecciosos y/o parasitarios, que se agravaban por la falta de un adecuado control sobre la salud de los técnicos”. Cuando los trabajadores se quejaron del exceso de cadáveres y de las malas condiciones su respuesta fue: “las puertas cerradas y que no se hable nada”, argumentando que llevar los cuerpos a otro sitio “era muy caro”.