Con la pandemia, se ha vivido un aumento de casos y de la gravedad de los trastornos de conducta alimentaria (TCA). Se estima que en España 400.000 personas sufren alguno de estos problemas de salud mental, especialmente jóvenes. Según datos de la Asociación Contra l’Anorèxia i la Bulimia (ACAB) en el curso 2020-2021, un 8,7% cree que puede estar sufriendo un TCA, casi el doble con respecto al periodo prepandemia.
Sin embargo, no solo los jóvenes sufren estos trastornos, también los adultos, muchas veces arrastrándolo desde su adolescencia y que cuando son más mayores buscan ayuda o son diagnosticados. Según recoge la Asociaicón TCA Aragón, “el 94% de los afectados son mujeres de 12 a 36 años, aunque cada vez hay más casos entre varones y gente mayor”. Diferentes estudios estiman que la prevalencia de estos problemas de salud mental a lo largo de la vida es de un 2%, según recoge una investigación presentada en el XVII Congreso Virtual Internacional de Psiquiatría (Interpsiquis 2016). La poca investigación y la baja prevalencia han llevado a que existan pocos recursos específicos, como unidades hospitalarias especializadas.
"Antes teníamos cuatro camas, ahora hemos añadido una más en una habitación individual que nos permite ingresar a un varón sin que nos bloqueé una habitación doble”
Una de ellas es la del Hospital Universitario Ramón y Cajal. Este centro fue pionero en 2008, cuando reorganizó la planta de Psiquiatría y se asignaron una serie de recursos, espacios y habitaciones para estos pacientes. “Era el primer recurso de hospitalización de pacientes adultos con trastorno de la conducta alimentaria. Existían recursos para infanto-juvenil, pero de adulto no había una unidad específica. Hablar de TCA en personas adultas no es común y está poco estudiado”, explica a Consalud.es la Dra. Ángela Ibáñez, jefa del Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal. Apareció así una unidad con personal propio, control de enfermería propio y que permitía a estos pacientes aislarse del resto de pacientes hospitalizados.
Actualmente, y tras una reforma integral, la Unidad del Ramón y Cajal cuenta con cinco camas, repartidas en dos habitaciones dobles y una individual, y se ha mejorado el comedor terapéutico y los espacios comunes y destinados a los profesionales sanitarios, según anunció la Comunidad de Madrid. “Aunque no parezca mucho, ha sido un aumento sustancial del tamaño y el número. Por ejemplo, antes teníamos cuatro camas, ahora hemos añadido una más en una habitación individual que nos permite ingresar a un varón sin que nos bloqueé una habitación doble”, detalla la Dra. Ibáñez.
TRATAMIENTO ESPECÍFICO
Una de las novedades que incorporó esta unidad en su origen fue el comedor terapéutico. Durante la pandemia este espacio estuvo cerrado para evitar contagios, pero tras ella se reabrió y ahora se ha ampliado para poder atender a más pacientes que lo precisen, tanto los ingresados como los que acuden al hospital de día. Un espacio que permite hacer seguimiento y ayudar a los pacientes en los momentos más duros: las comidas. Los pacientes con anorexia, bulimia o trastorno por atracón normalizan en este espacio su relación con la comida.
Las unidades específicas de TCA no es el primer lugar al que acceden los pacientes. Cuando acuden al hospital por su situación y en algunos casos con una importante desnutrición que les lleva a ser ingresados, se les habilita una cama en atención general. “Tras pasar el proceso agudo, aquellos pacientes que tienen TCA vienen a nuestra unidad a recibir un tratamiento más específico, acorde a su patología”, explica la Dra. Ibáñez. El Ramón y Cajal no es el único hospital que cuenta con un servicio especializado. Existen en distintos hospitales generales, también hospitales de día, clínicas específicas y unidades de media estancia. Todos estos recursos son esenciales para atender a unos pacientes jóvenes y adultos que en muchos casos llegan con un proceso crónico.