Asturias tampoco se libra de la lacra de las agresiones a sus profesionales sanitarios. Solo en 2024, el Servicio de Salud del Principado (SESPA) registró un total de 365 agresiones, algo menos que en 2023, cuando batió su récord histórico desde que empezaron a contarlas. Por eso, desde el Gobierno de Asturias se han puesto manos a la obra, y a principios de este mes de abril se ha constituido el primer Observatorio de Agresiones a Profesionales Sanitarios en la comunidad autónoma del norte de España.
El nuevo órgano, que estará formado por una treintena de personas de distintos ámbitos, lo compondrán representantes del propio SESPA y de sus ocho áreas sanitarias, del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales, de las organizaciones sindicales de Asturias y de los interlocutores policiales sanitarios, esto es, Policía Nacional y Guardia Civil. Y es que esta problemática ha llegado a tal punto de gravedad que, como indica a ConSalud.es César Movilla, jefe del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales y de Salud Pública del SESPA, ya se ha convertido en el “principal riesgo psicosocial” de todos los trabajadores del ámbito de la salud, por delante incluso del burnout.
Y no es algo nuevo: ya en 2007, recuerda el experto, se aprobó el plan de prevención y actuación frente a potenciales situaciones conflictivas en centros sanitarios, pero en aquel entonces lo que se desarrolló más fue la prevención terciaria, es decir, la asistencia psicológica y jurídica por parte del SESPA una vez producida la agresión. Ahora buscan poner hincapié en la prevención primaria, “la manera de evitar que tengan que acudir a los siguientes escalones”, esto es, evitar que se produzcan agresiones a sanitarios.
"Sabemos que eliminar del todo este problema va a ser complicado, pero sí que lo queremos disminuir al máximo”
Una de las cosas que pusieron sobre la mesa fue la necesidad de educar y sensibilizar a la población general, ya que, señala Movilla, “no parece muy normal que en una sociedad occidental, democrática y desarrollada se acabe agrediendo a la persona que ofrece ayuda”. “No se agrede a los profesionales sanitarios específicamente por ser profesionales, sino que parece ser un traslado de la agresividad que hay en el ámbito social, que ha llegado también a la sanidad. Si no consigo las cosas por las buenas, las consigo por las malas”, apunta el principal representante del Observatorio del SESPA.
Para “analizar, evaluar y prevenir” las situaciones de violencia registradas en centros y servicios sanitarios de Asturias, formar personal para hacer frente a situaciones de riesgo y proponer actuaciones de prevención e intervención, el foro convocará sesiones plenarias una vez al año y comisiones técnicas, y podrá crear grupos de trabajo. Así, explica Movilla, ya han planteado la implantación de un “botón SOS” como el que hay en otras comunidades autónomas (el “mal llamado” botón del pánico), y la distribución adecuada del mobiliario dentro de las consultas para, en la medida de lo posible, evitar la agresión.
“Dejar una vía expedita para que, en el momento en el que se vaya a producir la agresión, el profesional pueda abandonar inminentemente su puesto de trabajo, o incluso concienciar a los trabajadores de que no es adecuado tener encima de la mesa del escritorio determinados objetos, como grapadoras o teléfonos, con los que les puedan agredir”, insiste Movilla. “Es un recorrido muy importante el que nos queda por hacer, y por eso este trabajo que empieza ahora. Sabemos que eliminar del todo este problema va a ser complicado, pero sí que lo queremos disminuir al máximo”, añade con confianza.
TRABAJO LARGO POR DELANTE
La mayor parte de las agresiones que se produjeron el año pasado en Asturias, el 75%, fueron ataques verbales y gestuales, pero es que el 25% restantes llegaron a ataques físicos “en distintos grados de intensidad”. Además, el 78% de los agresores eran pacientes, mientras que el 22% fueron familiares o acompañantes, y 156 ataques los provocaron personas reincidentes, “una tendencia que se ha mantenido en los dos últimos años”. Sin embargo, solo se acabaron tramitando 21 denuncias…
"Solo se comunican una de cada cinco agresiones"
“Solo se comunican una de cada cinco agresiones, así que esa cifra de 365 que registramos en 2024 habría que multiplicarla por cinco para obtener el número real, que resultaría en cinco agresiones al día en Asturias. Pero es que, si no se comunican, es como si no existieran”, recuerda César Movilla, quien calcula que, si se cogen los datos a nivel nacional, en España se produce una agresión a un sanitario cada seis minutos: “Es muy triste. Supone una pérdida de valores a nivel social, y una disminución de la calidad del servicio que se presta al resto de los usuarios del Sistema Nacional de Salud, además de todos los costes derivados de la atención sanitaria que hay que dar al profesional”.
Es, a fin de cuentas, una situación muy desagradable, y que el propio trabajador del SESPA se ha encontrado cuando se ha puesto en contacto con algún sanitario que ha sido víctima de una agresión. “Si en algún momento alguien entiende que puede haber alguna justificación del tipo que sea para utilizar la violencia en el ámbito sanitario o en cualquier otro ámbito laboral, está completamente equivocado. La violencia nunca es el camino para conseguir absolutamente nada, y los profesionales estamos aquí para ayudarles, no para estar en contra de ellos”, sentencia Movilla.