La distensión anormal que provoca el giro del estómago alrededor de su propio eje es lo que se conoce como torsión gástrica o torsión de estómago y afecta directamente a la salud del animal. Esta anomalía comprime la boca superior e inferior del estómago que paraliza las funciones como la ingesta de alimentos y líquidos, o la respiración en los animales.
La torsión se produce por el debilitamiento de los ligamentos que unen el estómago a la pared abdominal, que se ablanda y rota sobre sí mismo. El contenido del estómago se fermenta y no pasa hacia el intestino, provocando la dilatación del sistema digestivo. Además, el giro del estómago influye en la circulación de la sangre, que colapsa el riego sanguíneo, estrangula las venas y arterias, y provoca la muerte del animal.
Los índices de mortalidad por torsión gástrica se sitúan entre el 5 y el 15%
Ante estas complicaciones, el reconocimiento de los síntomas es fundamental para actuar con diligencia y facilitar una rápida intervención veterinaria. Además, la sintomatología no remite con facilidad, por lo que el animal presentará un empeoramiento paulatino hasta causarle daños irreparables. En concreto, los índices de mortalidad por torsión gástrica se sitúan entre el 5 y el 15%.
La inflamación del abdomen y los vómitos son los síntomas más habituales, pero también comunes a otras patologías. Sin embargo, el dolor en el abdomen que sufre el animal ante una torsión, los signos de ansiedad o el deterioro general del perro son síntomas de alerta.
Sin embargo, estos síntomas no son indicios suficientes para confirmar una posible torsión, por lo que un diagnóstico temprano será lo más aconsejable. En concreto, el veterinario será quien realice una radiografía al animal para observar la sintomatología aguda y confirmar si se trata de este problema gástrico.
PREDISPOSICIÓN GENÉTICA EN RAZAS GRANDES
La torsión gástrica está asociada a una predisposición genética vinculada a las razas grandes, o a perros con pechos anchos y profundos. Aunque pueda afectar a cualquiera, estos animales en concreto tienen más posibilidades de sufrir una torsión como consecuencia de su constitución y una mayor movilidad del estómago dentro del abdomen.
Por otro lado, la edad puede incrementar el riesgo de torsión, aunque en general no está asociado a un problema de la adultez. Es recomendable que las revisiones del animal sean más recurrentes a medida que pasan los años en el animal.
El tratamiento de urgencia permite que, mediante un líquido intravenoso, se restablezca el riego sanguíneo
Sin embargo, existen medidas preventivas para paliar la aparición de este problema que es potencialmente letal. Fraccionar la alimentación, controlar la actividad tras la comida o evitar ingestas desmedidas de agua contribuirá a proteger al perro ante una posible torsión.
El tratamiento y la cirugía son las dos herramientas existentes para la cura de esta afección mediante una intervención a tiempo. El tratamiento de urgencia permite que, mediante un líquido intravenoso, se restablezca el riego sanguíneo. Tras esta intervención, el siguiente paso será la cirugía, que consistirá en recolocar el estómago lo antes posible para evitar el aumento de la presión sanguínea. Estas intervenciones se llevan a cabo con anestesia y son catalogadas de urgencia, por lo que es imprescindible observar los síntomas y acudir a tiempo a la clínica veterinaria correspondiente.