La microbiota de los animales, compuesta por casi 100 mil millones de microorganismos diversos, como bacterias, hongos, virus y pequeños parásitos, se encuentra principalmente en el tracto gastrointestinal. Esta microbiota no solo habita en el intestino, sino también en otros lugares del cuerpo, como la piel, las mucosas del tracto respiratorio y urogenital, así como en órganos internos, formando lo que se conoce como microbiomas complejos.
El proceso de sucesión microbiana en los primeros años de vida de los animales, especialmente en el intestino, es fundamental para su desarrollo y resistencia a lo largo de su vida. Durante esta etapa, diversas comunidades microbianas, principalmente bacterias, colonizan el intestino del animal recién nacido, estimulando su desarrollo y fortaleciendo su sistema inmunológico y procesos digestivos.
"Comprender estos factores permite intervenir para promover una microbiota intestinal equilibrada desde las primeras etapas de la vida"
La microbiota materna, el modo de parto, la lactancia materna y otros factores dietéticos y ambientales juegan un papel esencial en la formación de la microbiota intestinal del recién nacido, tal y como explica un estudio realizado en la Universidad de Malasia y publicado en la revista MPDI. “Comprender estos factores permite intervenir para promover una microbiota intestinal equilibrada desde las primeras etapas de la vida, lo que puede tener impactos significativos en la salud y la susceptibilidad a enfermedades a largo plazo”, explica la investigación.
Los microorganismos intestinales, que a menudo se denominan el "órgano olvidado", desempeñan funciones vitales, como la digestión y absorción de nutrientes, la regulación del sistema inmunológico y el mantenimiento de la homeostasis metabólica, explican. Además, influyen en la estructura y morfología intestinal, promueven la integridad de la barrera intestinal y modulan tanto el sistema inmunológico innato como el adaptativo del huésped.
La microbiota intestinal también tiene un papel esencial en la digestión y fermentación de la dieta, produciendo metabolitos esenciales para la nutrición y la salud del huésped, como ácidos grasos de cadena corta y vitaminas. Estrategias como el uso de probióticos y la manipulación dietética pueden ayudar a modular la microbiota intestinal para mejorar la salud y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en los animales, como informa este estudio.
LA INFLUENCIA DE LOS FACTORES AMBIENTALES
La configuración de la microbiota del intestino está fuertemente influenciada por los entornos ecológicos proporcionados por el cuerpo anfitrión, mientras que factores ambientales como la temperatura, el pH, los niveles de oxígeno y la disponibilidad de nutrientes desempeñan roles esenciales. Por ejemplo, la temperatura influye en las tasas de crecimiento microbiano y las actividades metabólicas, impactando así la diversidad y abundancia de la microbiota intestinal. Las variaciones de temperatura, ya sea debido a factores externos o cambios fisiológicos del anfitrión, pueden alterar la composición microbiana.
Los niveles de pH en el intestino también son cruciales para dar forma a la microbiota intestinal, ya que diferentes partes del tracto gastrointestinal exhiben niveles de pH variables, creando microambientes distintos que favorecen especies microbianas específicas. Asimismo, los niveles de oxígeno dentro del intestino y la disponibilidad de nutrientes juegan un papel clave en la distribución de microorganismos a lo largo del tracto gastrointestinal, lo que afecta directamente la composición de la microbiota, como señalan los expertos.
En definitiva, el microbioma intestinal de los animales desempeña un papel crucial en la regulación de las biomoléculas de los biofluidos, y las interacciones entre las bacterias intestinales y las células huésped pueden influir en la producción y liberación de vesículas extracelulares, lo que puede tener efectos significativos en la salud del anfitrión. “Investigar estos mecanismos podría proporcionar información valiosa sobre los beneficios para la salud de los probióticos y la modulación de la microbiota intestinal”, concluyen los investigadores.