La población de aves en Europa está amenazada. Entre las especies afectadas, España presenta problemas de conservación en más de la mitad de las aves y 22 de ellas están en riesgo de extinción, según los últimos datos extraídos por el Libro Rojo de las Aves de España por SEO/BirdLife en 2021. De estas especies, solo siete tienen planes de conservación aprobados a nivel nacional.
A su vez, de acuerdo con el hábitat, el 34% de las especies se encuentran preferentemente en agrosistemas y otros hábitats seminaturales. Estas especies están seguidas de las aves propias de humedales dulceacuícolas, que suponen un 24,7%. A estas cifras se suman las especies marinas, que son las más amenazadas, seguidas por el 10% de aves propias de medios forestales. Esta distribución refleja cuáles son los lugares más amenazados en España, destacando los sistemas agroesteparios.
El grave impacto de la intensificación de la agricultura en las poblaciones de aves agrarias es uno de los factores condicionantes
Esta situación no es exclusiva en nuestro territorio, ya que gran parte de las especies europeas se encuentran en peligro. Una de las razones principales del riesgo de extinción es el grave impacto de la intensificación de la agricultura en las poblaciones de aves agrarias. Estas prácticas no solo reducen la diversidad taxonómica de las aves, sino que también influyen en su diversidad funcional.
Así lo ha confirmado un estudio reciente, liderado por expertos de la Universidad Autónoma de Madrid, que han analizado a escala europea el impacto de esta intensificación en la vida de estas especies. Esta investigación está financiada, entre otras instituciones europeas, gracias al Ministerio de Ciencia y Educación de España.
Los paisajes agrícolas suponen un 40% de la superficie terrestre total de la Unión Europea, según datos publicados en el Eurostat. Además, la intensificación agrícola ha aumentado en los últimos 20 años, mientras la superficie destinada a los cultivos se ha reducido notablemente. Estas tierras destinadas al cultivo sustentan cerca de un 50% de todas las especies de aves que se encuentran en Europa.
“La intensificación reduce la cantidad de alimento disponible para las aves y altera la estructura del hábitat en diferentes escalas espaciales, lo que resulta en una disminución general de la calidad del hábitat”
Por esto, la disminución de las tierras de cultivo ha afectado directamente a las aves comunes de la UE, que han mostrado una drástica caída del 35,9% entre 1990 y 2021. Además, los descensos han sido más pronunciados a corto plazo, puesto que desde 2006 hasta 2016, la presencia de aves ha pasado de un 20,2% a un 7,8%. “La intensificación reduce la cantidad de alimento disponible para las aves y altera la estructura del hábitat en diferentes escalas espaciales, lo que resulta en una disminución general de la calidad del hábitat”, indican los investigadores.
Estas prácticas incrementan el uso de agroquímicos, es decir, fertilizantes sintéticos, herbicidas y pesticidas, así como la densidad de siembra y frecuencia de arado. Estos son tres de los factores que pueden conducir a una pérdida de biodiversidad dentro de los campos. Por tanto, la intensificación conduce a la simplificación y homogeneización de los hábitats de las tierras agrícolas, reduciendo aún más el número de especies silvestres.
MENOS ESPERANZA DE VIDA
Los investigadores no solo confirmaron la pérdida de diversidad taxonómica y funcional, sino también una esperanza de vida menor en las especies silvestres europeas. Las aves presentaron vidas más cortas a medida que aumentaba la intensificación a nivel de campo. Esta relación se basa, según el estudio, en que “los campos empobrecidos en recursos no podrían mantener especies más grandes, que son las que más viven”.
“La creciente intensificación de la gestión convierte nuestros paisajes agrarios en ecosistemas simplificados, integrados por comunidades empobrecidas y homogeneizadas donde la presencia de especies exóticas puede ir en aumento”, explica el investigador Manuel B. Morales, catedrático de Ecología de la UAM y también coautor del estudio.
Si hablamos de especies concretas, aves como las perdices, codornices y faisanes, o los patos y los gansos han disminuido en varios países europeos, como Francia y Alemania, debido a una fuerte y multiescala intensificación agrícola. Se trata de especies generalistas que pueden ocupar muchos hábitats distintos a los de cultivo de cereales, como humedales, matorrales o incluso bosques. Debido a su mayor tamaño, también tienen tasas metabólicas más lentas, lo que podría hacerlos más eficientes en entornos con recursos escasos. Estas especies presentan cerebros relativamente pequeños en relación con su gran masa corporal.
Esta investigación ha demostrado que la intensificación agrícola afecta la diversidad de ciertos rasgos de las comunidades de aves agrícolas en toda Europa a través de cambios que ocurren principalmente a escala de campo. El profesor y firmante de la investigación, Juan Oñate, destaca que “una agricultura menos intensiva y basada en procesos ecológicos” sería la solución para enfrentar esta amenaza.