En Veterinaria, el uso de omeprazol está tan extendido como en medicina humana, especialmente para mitigar la lesión de la mucosa gastrointestinal asociada con la administración de esteroides o fármacos antiinflamatorios no esteroides. Sin embargo, actualmente no se recomienda su uso rutinario para tratar patologías como la gastritis, pancreatitis, enfermedades hepáticas o renales en perros y gatos.
El uso prolongado de omeprazol en medicina humana ha sido asociado con efectos secundarios graves, como deficiencia de vitamina B12 y desequilibrios en los niveles de calcio y magnesio, lo que puede resultar en afecciones como osteoporosis y fracturas patológicas. Las deficiencias de vitaminas y minerales, como B12, C, calcio, magnesio y hierro, están vinculadas a un aumento del pH gástrico, causando hipoclorhidria o aclorhidria tras el uso de inhibidores de la bomba de protones (IBP).
Por otro lado, en perros y gatos, los IBP, incluyendo el omeprazol, se han utilizado con éxito para elevar el pH gástrico, siendo prescritos para tratar diversas condiciones como dispepsia, úlceras pépticas y enfermedad por reflujo gastroesofágico. A corto plazo, estos medicamentos suelen ser bien tolerados en estos animales, con efectos adversos mínimos, predominantemente diarrea leve y alteraciones intestinales. Sin embargo, en gatos, la administración prolongada puede desencadenar hipergastrinemia y aumento en la liberación de ácido gástrico tras la interrupción del tratamiento, lo que podría tener implicaciones en la salud gastrointestinal a largo plazo.
Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son efectivos cuando se utilizan de manera adecuada para tratar problemas relacionados con la acidez del sistema gastrointestinal
Un estudio desarrollado por Paula Navarro, Laura Gil, Germán Martín, Carmen Soler, Anna Vila y María Rocío Saiz, de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, ha relevado que los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son efectivos cuando se utilizan de manera adecuada para tratar problemas relacionados con la acidez del sistema gastrointestinal en humanos y animales. No obstante, varios estudios han señalado un uso indebido de los IBP, con un exceso de prescripciones.
Esta investigación confirma que los perros que reciben omeprazol de forma crónica desarrollan hipergastrinemia, pero no muestran anomalías en los niveles de cobalamina en su suero. Además, entre los resultados, se desaconseja el uso de IBP excepto en condiciones específicas, como reflujo gastroesofágico, esofagitis erosiva, hemorragia gastrointestinal, entre otras.
La producción de ácido gástrico es un proceso fisiológico vital para la adecuada digestión de proteínas, liberación de cobalamina, absorción de hierro y calcio, y regulación del microbioma intestinal. El estómago cuenta con mecanismos de protección natural contra la erosión y úlceras gástricas, y por tanto, suprimir el ácido no se recomienda sin enfermedad erosiva o infiltrativa. A pesar de ello, los IBP se administran rutinariamente en entornos hospitalarios, incluso para tratar náuseas o vómitos, a pesar de no tener un efecto demostrado en su control.
Otro de los resultados es la importancia de destacar los efectos secundarios asociados con el uso prolongado de IBP, como el aumento de los niveles séricos de gastrina. Esto puede conducir a hiperplasia de las células enterocromafines en el estómago, lo que a su vez puede afectar negativamente la salud gástrica. En medicina humana, la hipergastrinemia inducida por IBP puede estar relacionada con el desarrollo de cáncer gástrico, aunque se necesita más investigación para confirmarlo en animales.
Los estudios han demostrado que el uso prolongado de IBP en animales puede provocar hiperplasia en la mucosa gástrica y aumentar los niveles de gastrina en suero. Aunque no se han observado diferencias significativas en los niveles de cobalamina durante el tratamiento con omeprazol en este estudio, la relación entre IBP y la absorción de cobalamina sigue siendo controvertida en humanos.
En cuanto a los efectos secundarios gastrointestinales, como la diarrea, en esta investigación se ha observado un aumento en su incidencia con el uso prolongado de IBP en animales, posiblemente debido a cambios en el microbioma gastrointestinal. En concreto han estado presentes en el 18% de la muestra. Estas alteraciones en el microbioma podrían estar relacionadas con una disminución en la eficacia del sistema inmunológico y un mayor riesgo de complicaciones como la neumonía bacteriana por aspiración.