Compañía y tono tranquilizador, las estrategias para proteger a los perros sensibles al ruido

La veterinaria y especialista, Patricia Darder, explica a Animalcare cómo cuidar la salud mental de los perros sensibles al ruido

Perro mayor con osteoartritis. (Foto: Freepik)
Perro mayor con osteoartritis. (Foto: Freepik)
1 diciembre 2023 | 13:00 h

La sensibilidad a los ruidos en perros es una realidad que afecta a la gran mayoría de ellos. En concreto, entre 4 y 5 de cada 10 perros pueden presentar sensibilidad en grados variables. Esta variabilidad dependerá del rango de miedo, que puede ser desde leve hasta reacciones intensas de pánico. Este problema se presenta de forma generalizada y es uno de los problemas más frecuentes en psicología en el perro.

Un perro con sensibilidad a ruidos fuertes “buscará inicialmente una estrategia de comportamiento que le permita adaptarse a la situación”, explica en declaraciones a Animalcare, Patricia Darder, veterinaria especializada en comportamiento de Ethogroup. La huida será una de sus estrategias para “evitar al máximo exponerse al ruido”, asegura.

"La aparición de signos físicos de estrés indicará que el problema es grave"

Sin embargo, a pesar de ser una afectación común en perros que no conlleva necesariamente escenarios extremos, existen signos de alerta que pueden indicar un problema grave en los canes. El jadeo, los vómitos o la capacidad de recuperación son algunos de los signos más graves que pueden presentar. “Un perro con sensibilidad a ruidos puede mostrar posturas corporales de miedo o ciertas conductas para escapar de la situación, pero lo que indicará si el problema es grave es la aparición de signos físicos de estrés”, matiza Darder.

El problema, como indica la veterinaria, ocurre cuando “las propias características de los ruidos o las circunstancias a las que son expuestos no les permiten adaptarse a la situación”. En este sentido, el perro buscará una alternativa que dará lugar a “conductas disfuncionales como los destrozos o los comportamientos repetitivos”, señala. Estas estrategias, apunta Darder, “permitirán al perro exteriorizar y aliviar el estrés que están experimentando”.

“Cualquier conducta o actitud que imposibilite el funcionamiento diario del perro debe ser motivo de análisis por un profesional del comportamiento”

La veterinaria también explica que, mientras la intervención del propietario es fundamental a nivel emocional, “cualquier conducta o actitud que imposibilite el funcionamiento diario del perro debe ser motivo de análisis por un profesional del comportamiento”. En un primer momento, el miedo puede presentarse en una intensidad baja o moderada, “pero si no se toman medidas de prevención y tratamiento, el miedo puede convertirse en una fobia”, pone de relieve.

Para prevenir consecuencias más graves, las estrategias de recuperación son fundamentales y “la actitud de la familia también es importante”, sostiene Darder. En esta línea, la veterinaria destaca la importancia de “desarrollar estrategias adaptativas de comportamiento”, que implicarán la actuación de todos los agentes que rodean al animal.

ESTRATEGIAS DE RECUPERACIÓN

En episodios de ruido, las estrategias para minimizar el impacto emocional serán fundamentales, porque “cuanto más tiempo tarde el perro en normalizar su comportamiento, más grave será el problema”, destaca Darder. La actitud de la familia o controlar la exposición al ruido son dos de las técnicas más recomendadas.

“La mejor manera de actuar es manteniendo la calma y mostrando apoyo con palabras en un tono tranquilizador”, continúa la especialista. “También debemos ofrecerle nuestra compañía e incluso el contacto físico”, además de acompañarle durante la exposición al ruido, añade. Y, en palabras de la veterinaria, si no está en situación de estrés o nervios, un juguete puede mejorar su percepción del entorno.

El comportamiento normal del perro puede tardar en recuperarse de segundos a horas, como explica la especialista, pero también días una vez que el ruido haya desaparecido. Sin embargo, es deseable “un tiempo corto de recuperación”, afirma, porque “nos puede dar una idea de su grado de afectación” para aumentar o disminuir las estrategias de tratamiento y prevención.

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