La tecnología sanitaria que se “come”

En los últimos años han emergido múltiples dispositivos, sensores y nanorobots ingeribles que, actuando desde dentro del organismo, pueden aportar grandes beneficios a nuestra salud.

logo squared 200x200
21 mayo 2016 | 00:02 h
La tecnología sanitaria que se “come”
La tecnología sanitaria que se “come”
¿Imagina comerse, literalmente, un robot y que, una vez en su organismo, controle su pulso cardíaco, o bien ataque directamente a un tumor, liberando fármacos dentro de él? En su lucha por ser lo más directa y a la vez lo mínimamente invasiva posible, la tecnología sanitaria ha evolucionado hasta proporcionar aparatos, sensores y robots minúsculos, capaces de introducirse en nuestro cuerpo de forma oral, como si fuera una pastilla, para que actúen según las funciones asignadas.

La Pillcam, ya comercializada, dispone de cámaras capaces de grabar el interior delorganismo y puede sustituir, por ejemplo, el aparataje de las colonoscopias
Uno de los inventos más recientes a este respecto ha sido el nanorobot “origami” diseñado por científicos estadounidenes, británicos y japoneses. Se trata de un dispositivo que, incrustado en una cápsula, se puede ingerir para, una vez llegue al estómago, poder realizar lavados de materiales extraños o curar heridas internas de sus paredes. El nombre de origami hace referencia a su forma, ya que el pequeño robot, una vez alcanzada la zona a la que se quiere dirigir, se despliega, de forma similar a las figuras de papiroflexia propias de este arte japonés. Una vez dentro del cuerpo, el robot se mueve por una serie de campos magnéticos controlados de forma externa.

Aunque ya existan varias versiones, este robot origami no es aún más que un prototipo. Sin embargo, frente a lo que pueda parecer, este tipo de tecnología “comestible” con fines médicos está muy cerca de ser una realidad en el día a día del ámbito sanitario. Buen ejemplo de ello es la pastilla inteligente o smart pill diseñada por la startup Proteus Digital Health que, desde 2012, cuenta con la aprobación de la Agencia Americana del Medicamento (FDA en sus siglas en inglés) para su comercialización.



Se trata de un chip compuesto de magnesio y cobre del tamaño de un grano de arena que, una vez ingerido, se conecta a un sensor externo, a su vez sincronizado con una aplicación móvil, para avisar cuando un medicamento ha llegado al estómago. Así, el dispositivo permite controlar la ingesta de medicamentos, de forma que, en caso de que el paciente no se tome la pastilla en el horario correspondiente, la aplicación móvil podría alertarlo. Este sistema puede resultar fundamental para mejorar la adherencia a los tratamientos, especialmente en aquellas patologías donde suele abandonarse la medicación o en las que los tratamientos son a muy largo plazo.

CONTROL DE SIGNOS VITALES

Científicos del MIT desarrollaron un sensor ingerible capaz de medir, como si de un wearable se tratara, el pulso cardíaco y la respiración del paciente en tiempo real
También cuenta con la aprobación de la FDA la popular PillCam, también desarrollada por una compañía norteamericana. En este caso, la píldora está más diseñada para funcionar como alternativa a los instrumentos usados en las colonoscopias, que suelen ser molestas para los pacientes. De esta forma, la pastilla consiste en una cápsula con dos cámaras de vídeo en miniatura, una batería y una luz LED.

Tras ser ingerida, el dispositivo puede grabar, en color y con una autonomía de hasta 10 horas, todo lo que ve dentro del organismo, y las imágenes son transmitidas de forma inalámbrica a una pantalla externa. Como explicó recientemente su principal desarrollador, Homi Shamir, la PillCam, ya comercializada, “jugará un papel muy importante, tanto en el diagnóstico de cáncer colorrectal como en el ámbito del diagnóstico en general”.



Y es que, aunque los wearables (tecnología vestible) se hayan popularizado en los últimos años gracias a sus numerosas aplicaciones para la salud, el futuro está sin duda en los sensores ingeribles que cuentan con las mismas propiedades. Un ejemplo claro es el dispositivo desarrollado por científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que es capaz de medir las constantes vitales del paciente desde el interior del organismo.

Al ingerirse y llegar al intestino, la cápsula, recubierta con silicona, capta las ondas de sonido que emiten el corazón y los pulmones (de forma similar a como lo hacen los estetoscopios). Gracias a un algoritmo, el sensor logra descifrar las ondas en datos que ofrecen el pulso cardíaco y la respiración del paciente. En las pruebas realizadas con animales, los investigadores encontraron que el dispositivo podría recoger con precisión estas constantes, incluso cuando la cantidad de alimento ingeridas por los mismos variaba. Todo un hito para la nanotecnología sanitaria.

ADMINISTRAR FÁRMACOS

Buena parte de los dispositivos “comestibles” se componen de materiales biodegradables para no dañar el organismo y poder expulsarse sin problemas
No obstante, cabe recordar que, aunque “comerse” un sensor o un aparato tecnológico, puede parecer poco seguro para los pacientes, la mayor parte de estos dispositivos está compuesto por materiales biodegradables para no dañar al organismo y para que, una vez cumplida su función, puedan expulsarse de forma sencilla fuera del cuerpo.

Metal líquido biodegradable, por ejemplo, utilizan los nanorobots diseñados, a finales de 2015, por Investigadores de la Universidad Estatal de Carolina del Norte de Estados Unidos, que podrían servir para administrar fármacos contra el cáncer de forma eficaz (sin dañar los tejidos sanos).


Los experimentos, realizados por el momento con animales, se basaron en crear una aleación de galio e indio. Ambos metales se someten a ultrasonidos que rompen la solución en gotas de tamaño nanométrico. Los ligandos celulares de la solución se unen posteriormente a estas gotas para formar el nanorobot. A continuación, explican los investigadores, se le añade el fármaco quimioterápico y se introducen en el torrente sanguíneo del paciente, para que los minúsculos dispositivos busquen las células cancerígenas que, al absorber las nanogotas, disuelven el medicamento en su interior.

La nanotecnología que se ingiere puede tener así infinitas posibilidades para mejorar nuestra salud y facilitar las pruebas diagnósticas y los tratamientos. Si buena parte de la población ingiere pastillas en su día a día, ¿por qué no hacerlo, en un futuro próximo, con robots y sensores inteligentes?
Los contenidos de ConSalud están elaborados por periodistas especializados en salud y avalados por un comité de expertos de primer nivel. No obstante, recomendamos al lector que cualquier duda relacionada con la salud sea consultada con un profesional del ámbito sanitario.
Lo más leído