"De las 22 horas semanales que pasa un usuario medio en internet, dedica dos a actividades sexuales online"
Durante un cuarto de siglo, Salusex-Unisexsida ha enfocado su labor sobre todo en cuestiones de riesgo y prevención del VIH. “En un momento determinado nos planteamos que, posiblemente, la base de todos estos problemas, ya no solo los que tienen que ver con las infecciones de transmisión sexual sino también consecuencias como embarazos no deseados, podía ser la falta de control de los impulsos sexuales”, desarrolla Ballester. Aunque actualmente continúan abordando esa línea de investigación, también complementan sus estudios por otros derroteros relacionados: el de la adicción al cibersexo, una patología que cada vez afecta a un arco más amplio de población y que trae de la mano un riesgo latente de enfermedades mentales y físicas. De hecho, los datos que han obtenido de las investigaciones realizadas hasta ahora son concluyentes. “De las 22 horas a la semana que pasa un usuario medio en internet, dedica aproximadamente dos a actividades sexuales online. Es decir, la sexualidad no se queda al margen de la universalización del uso de internet. El cibersexo incluye un montón de actividades que se pueden hacer online (desde comprar objetos sexuales a consumir prostitución) y que enganchan porque es muy accesible, muy cómodo y el usuario percibe un anonimato”, indica el investigador.
DIVERSIÓN, RIESGO Y PATOLOGÍA
En este sentido, el investigador matiza la diferencia entre el uso recreativo y el uso patológico. “Como en cualquier otra sustancia, el límite está en utilizar esta tecnología por placer, o por necesidad. Igual que le puede ocurrir a un alcohólico o un drogadicto”.
Si el uso es bajo y esporádico, los expertos coinciden en que utilizar la red con fines sexuales no es problemático e, incluso, puede ser beneficioso para la salud sexual. Los problemas empiezan si la persona tiene un perfil de riesgo o, más allá, si le da un uso patológico. Los científicos de Salusex-Unisexsida distinguen esos tres grupos según tipos de consumo, y las investigaciones determinan que el porcentaje de la adicción propiamente dicha es, cuanto menos, preocupante. Por ejemplo, entre jóvenes de 18 y 25 años, el 90,7% hace un uso recreativo, el 9% está en posición de riesgo y el 0,3% sufre la patología, según el estudio Journal Of Sex and Marital Therapy. Si se desdoblan estas cifras por sexos, también queda claro que los hombres son más usuarios que las mujeres. Mientras que el uso que las adicciones en las mujeres apenas alcanzan el 2%, en los hombres el porcentaje sube hasta el 20%.
“Los datos son preocupantes”, lamenta Ballester. Especialmente en jóvenes, puesto que es la población con más facilidades para acceso a internetTodavía más si afecta a adolescentes, un grupo en el que resulta todavía más preocupante, puesto que, en opinión de Ballester, “los efectos de la adicción al cibersexo pueden ser más devastadores para la salud mental y sexual”. Las cifras parecen reafirmar el motivo de la alarma. “Hemos hecho un estudio con adolescentes de entre 13 y 17 años(Computers In Human Behavior, 2015). Estamos hablando que ya entre esas edades hay cerca de un 10% de consumo de riesgo”.
CONSECUENCIAS EN LA SALUD
La adicción al cibersexo es un foco de problemas para la salud mental. Los investigadores empiezan a hablar de personas enganchadas cuando el paciente se queda literalmente, atrapado en la red. “No es un único criterio, pero nosotros establecemos una media de cinco horas a la semana”, señala el científico. En la cotidianidad esto se traduce en una obsesión por la actividad (ansias por llegar a casa para conectarse, afrontar los días malos solo con el cibersexo…). Enfermedades tales como el desarrollo de parafilias, trastornos obsesivos, depresiones o ansiedad son un mal común entre los adictos, pero los problemas no se quedan ahí.
Enfermedades parafilias, trastornos obsesivos, depresiones o ansiedad son frecuentes entre los adictos
Está comprobado, además, que las patologías físicas están también a la orden del día en estas adicciones. “ Se relacionan directamente con las infecciones de transmisión sexual. El sexo seguro brilla por su ausencia en internet muchas veces, porque da más morbo hacerlo sin preservativo”, apunta Rafael Ballester. Asimismo, a los jóvenes les puede llevar a iniciarse más pronto en las relaciones, pero sin formación. “Por consiguiente, se traduce en contactos sexuales entre desconocidos, fortuitos y sin protección”. Según su experiencia, han comprobado que existe un perfil de paciente más compulsivo, gente con menor autoestima. “El riesgo de tener una ITS o una infección por VIH es alto”, aunque todavía no existen datos. PREVENCIÓN
Rafael Ballester apuesta por la educación, “como en otros tantos campos que van siendo nuevos. Hasta ahora la formación para la salud la habíamos enfocado mucho en el tema de las drogas o el sexo. Yo creo que ahora, que los menores tienen generalizado el acceso a internet, es obligado que existan programas de prevención de cara al cibersexo”, sostiene. “No se le pueden poner puertas al campo, la gente va a acceder igual, y no pasa nada. Hay que educar a los jóvenes para que sepan valorar hasta qué punto lo que ven en la red es real. Porque las restricciones pueden minimizar, pero no evitar el problema. La medida estrella: la educación sexual”.