Son frecuentes en redes sociales y medios de comunicación las imágenes de pacientes acinados en las salas de espera de los Servicios de Urgencias de los hospitales. Están pendientes de ser atendidos y en algunos casos llegan a tener que hacerlo en los pasillos. Pasan horas y no dejan de entrar más y más pacientes, en ocasiones, los urgenciólogos no dan abasto.
Juan González Armengol es el presidente de la Sociedad de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) y además jefe de Sección del Servicio de Urgencias en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Este médico de Urgencias analiza y relata a ConSalud.es qué es lo que está ocurriendo en los hospitales españoles y cómo se puede solucionar la saturación que sufren y a veces acaba desbordando a los profesionales sanitarios.
Año tras año siguen colapsándose las Urgencias en los hospitales. ¿Qué habría que hacer?
Todas las CCAA han experimentado un aumento exponencial de la demanda de asistencia urgente en los SUH en los últimos años. La atención sanitaria urgente en España supone un volumen importante en el conjunto de prestaciones que el Sistema Nacional de Salud pone a disposición del ciudadano. La media de urgencias hospitalarias se acerca a los 500 por 1000 habitantes año, con cifras que, como se reflejan en los sucesivos Barómetros Sanitarios, superan los 30 millones de atenciones, sólo en los Servicios de Urgencias Hospitalarios.
Asimismo se ha producido un aumento progresivo de llamadas a los Centros Coordinadores de Urgencias y 6 millones de atenciones en los Servicios de Emergencias. Asimismo supone la entrada de casi el 60% de los pacientes que ingresan en los hospitales, lo que refuerza la necesidad de abundar en la adecuada formación de estos profesionales. Muchos Servicios de Urgencias Hospitalarios (SUH) en España vienen presentando con no poca frecuencia episodios cada vez más intensos de presión. No son infrecuentes las imágenes de pacientes abarrotando estos servicios, recogidas con cada vez mayor frecuencia por los medios de comunicación.
La saturación es un problema mundial de Salud Pública. De acuerdo con un informe del grupo de trabajo del American College of Emergency Medicine en 2008, el hacinamiento o la saturación en el Servicio de Urgencias tiene lugar generalmente "cuando no queda espacio para cumplir con las necesidades o expectativas del próximo paciente que necesita atención urgente". La causa más importante por la que ocurre es la imposibilidad o el bloqueo del ingreso de aquellos pacientes que, una vez valorados en el Servicio de Urgencias, necesitan una cama de hospitalización, por lo que permanecen en este servicio durante periodos prolongados y de forma inadecuada. Este hecho tiene importantes consecuencias tangibles.
"La situación de sobrecarga en las Urgencias a veces produce altas precoces precipitadas que pueden asociarse también a un aumento de la mortalidad temprana"
El aumento de la estancia de estos pacientes en estos servicios origina un aumento de la estancia en el hospital, con el consecuente aumento de costes, produciéndose situaciones que atentan contra la dignidad de las personas, que lo padecen, a sus familiares o personas próximas, y también los diferentes perfiles profesionales que los atienden produciéndose frecuentemente insatisfacción con el periodo global de hospitalización.
Así mismo se asocia a un deterioro de la calidad de la atención, con retrasos importantes en todos los subprocesos potenciales asociados a la misma, como tiempo de valoración por el médico, tiempo para resultados de pruebas complementarias, como resultados de laboratorio, o pruebas de imagen, así como un retraso en el inicio de tratamientos necesariamente de inicio precoz, en condiciones óptimas, como pautas de analgésicos o primeras dosis de antibióticos. También se ha demostrado un aumento de la mortalidad evitable intrahospitalaria por esta causa. Es importante tener en cuenta la posibilidad de que en este tipo de circunstancias se produzcan altas precoces precipitadas que pueden asociarse también a un aumento de la mortalidad temprana, también evitable.
¿Están bien formados los ciudadanos en el uso de los servicios de Urgencias?
Hay muchos trabajos en la literatura científica que sugieren que mucha de esta demanda se debe a personas con problemas médicos que podrían ser atendidos en otros niveles de atención de menor complejidad, como los servicios de urgencias de atención primaria (en realidad Atención Continuada de Atención Primaria que debería depender, por Ley, de los propios Equipos de Atención Primaria, y esto es cada vez menos frecuente, según datos del propio Ministerio de Sanidad).
En los pacientes potencialmente más leves una de las razones principales de uso de estos servicios es la frecuente barrera al acceso al primer nivel asistencial por horario o demora. También por propia conveniencia, o por seguir directrices de familiares o allegados. Otra razón es la autopercepción de necesidad de atención en estos servicios, junto al posible desconocimiento de otras alternativas asistenciales en su propio entorno. Este perfil de pacientes fue objeto de estudio por la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias.
"En los pacientes potencialmente más leves una de las razones principales de uso de estos servicios es la frecuente barrera al acceso al primer nivel asistencial por horario o demora"
En este trabajo del año 2007, la investigación consistió en la elaboración de un cuestionario sobre las percepciones y motivaciones de los usuarios de los Servicios de Urgencia de hospitales públicos de la red de salud en Andalucía, seguido de una encuesta con una muestra aleatoria que se realizó a 1025 pacientes durante un periodo de 4 meses entre 2008 y 2009, analizándose posteriormente sus resultados. Estos cuestionarios se entregaron a pacientes clasificados en los niveles 3 y 4 de Triaje (de entonces, equivalente a lo que serían verdes y azules en los actuales sistemas de clasificación), es decir, potencialmente leves.
Según esta encuesta el 75% de la población a partir de esta muestra y ese perfil hace un uso razonable de estos servicios. El 25% restante, lo consideran de alta frecuentación, dándose la circunstancia de que tienen un alto uso y nivel de conocimiento también de los servicios de urgencias de atención primaria. Es relativamente frecuente “responsabilizar” el inadecuado uso de estos servicios por parte de estos perfiles de pacientes potencialmente leves. No deja de ser una excusa o una pequeña parte del problema. El porcentaje global de inadecuación es menor.
El Royal College of Emergency Medicine calcula que el 15% de las asistencias podrían tratarse en otro lugar, pero este grupo de pacientes requiere mucho menos del 15% de la carga de trabajo de los servicios y, por lo general, pueden ser fácilmente dados de alta sin mayores requerimientos diagnósticos o terapéuticos. Las iniciativas de organización del sistema sanitario en este aspecto parecen centrarse casi exclusivamente en estos perfiles, y están fracasando.
Sin embargo, esta no es la única razón y los factores que contribuyen a una mayor de-manda de la atención urgente a menudo es compleja y multifactorial. Cada vez existe mayor evidencia de que el aumento de la actividad en estos servicios se debe a una combinación explosiva con una demanda en constante aumento, hospitales a pleno rendimiento y determinados y cada vez más frecuentes perfiles de pacientes, especialmente ancianos con enfermedades crónicas con diferente grado de fragilidad asociada y una respuesta probablemente insuficiente de la atención sociosanitaria, estable o coyuntural, en sus respectivos entornos, que generan muy a menudo episodios de especial saturación.
El repunte es bastante más grande en periodos como el de la gripe. ¿Se ponen suficientes medidas?
A esto se une en los meses de frío la especial susceptibilidad de estos pacientes muy vulnerables y la suma de varias enfermedades de base que se ven agravadas o exacerbadas de forma variable en función de la mayor o menos incidencia y/o virulencia de las enfermedades estacionales como gripe y otras relacionadas con diversos virus respiratorios.
El Sistema Nacional de Salud (SNS) y la Asistencia Social tienen una rutina de funcionamiento, ajustada a costumbres y políticas de conciliación determinadas. Esta situación era completamente predecible y en parte prevenible. Las dificultades actuales se deben casi por completo a la capacidad inadecuada de cama aguda y la coordinación en los hospitales, que a su vez es causada por una capacidad de atención social inadecuada.
Los SUH y SEM han colaborado y colaboran en hacer sostenible el sistema. Son un pilar fundamental en la conciliación familiar de muchos otros profesionales, cubriendo la necesidad que perciben los pacientes en su atención a cualquier hora, atendiendo a la cartera de servicios recogida en la legislación vigente. Y son una pieza básica en la cadena de atención a los pacientes crónicos, haciendo realidad la continuidad asistencial. Los Servicios de Urgencias y Emergencias en el mundo desarrollado se han ido desarrollando en el contexto y se han ido adaptando en origen y en su evolución a la realidad social.
Dada la rutina de funcionamiento de los centros sanitarios y el régimen laboral de muchos servicios y dispositivos sanitarios que concentra la actividad normalmente de 8 a 15 horas, o como mucho hasta las 20 horas, cada vez menos, en días laborables, los Servicios de Urgencias se han convertido en España no ya sólo en el único dispositivo sanitario accesible en muchos tramos horarios y todos los festivos (unos 120 al año), sino también en el único dispositivo social accesible. Son la “red de seguridad” del Sistema, como dice la propia OMS.