El impacto de las altas temperaturas en la salud: golpes de calor y descompensación de enfermedades

Las altas temperaturas pueden impactar en la salud empeorándola. En verano es común que las consultas de Urgencias aumenten un 8-9% por los problemas de la salud derivados del calor

Mujer paseando bajo altas temperaturas (Foto. Freepik)
Mujer paseando bajo altas temperaturas (Foto. Freepik)
Paola de Francisco
11 julio 2022 | 00:00 h
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A mediados de junio, hace casi un mes, se produjo la primera ola de calor de este verano en España, aún cuando todavía no había empezado la época estival. Con temperaturas que alcanzaron los 45ºC en muchos puntos del país, los problemas de salud producidos por las altas temperaturas y la deshidratación aumentaron. Aunque todavía no hay datos, según calcula la Dra. Iria Miguéns, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), con el calor la tasa de ingreso  y cosulta en Urgencias se incrementó “un 8-9%”.

Normalmente un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3°C sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37°C se produce una reacción fisiológica de defensa. Las temperaturas elevadas producen pérdida de agua y electrolitos. Estos incluyen calcio, magnesio, cloruro, fósforo, potasio y sodio. Estas sustancias son esenciales para la función enzimática, la coagulación o el metabolismo dental y óseo.

Si se produce una deshidratación se potencias las respuestas negativas del cuerpo, con más mareos, calambres, cansancio, fatiga, dolor de cabeza, y en los casos graves puede ser letal con alteración del estado mental, aceleración de la respiración, piel fría y húmeda y sed extrema.

Las altas temperaturas pueden producir insolaciones o golpes de calor que pueden llevar a problemas multiorgánicos

La deshidratación por el calor “es más común en deportistas que salen a hacer deporte en días de altas temperaturas y en personas mayores o pacientes crónicos”, señala Miguéns. Las personas mayores, por el paso de la edad, tienen más atenuada la sensación de sed, por lo que beben menos agua y líquidos y se deshidratan más fácilmente. Además, estas personas presentan alteraciones de sudoración en situaciones de estrés térmico, perjudicando la forma de autorregulación de la temperatura.

“Un hallazgo común entre los estudios es que las personas mayores demuestran un umbral de inicio tardío de la temperatura central para la sudoración y una reducción en la pérdida de calor por evaporación (debido a una tasa de sudoración general más baja) en comparación con sus contrapartes saludables más jóvenes. Estas disminuciones en la sudoración relacionadas con la edad no parecen deberse a una reducción en el número de glándulas sudoríparas activadas, sino más bien a una reducción en la cantidad de sudor producido por glándula”, expone una investigación sobre el proceso de envejecimiento y el control de la termorregulación publicada en National Library of Medicine

En el caso de los pacientes crónicos, como los que tienen diabetes, enfermedades cardiovasculares y enfermedades respiratorias, la pérdida de agua y electrolitos con la mezcla de los tratamientos médicos pueden descompensar los mecanismos de termorregulación.

Además de calambres y deshidratación por el calor, las altas temperaturas pueden producir insolaciones o golpes de calor que pueden llevar a problemas multiorgánicos con síntomas como la inestabilidad en la marcha, las convulsiones o incluso el coma.

SITUACIÓN ACTUAL

La gravedad de las consecuencias de las altas temperaturas hace que sea preciso evitar las situaciones de calor. Cada año las campañas de hidratación y cuidados ante el calor se repiten para concienciar a toda la población, y especialmente a deportistas y ancianos, los problemas de salud. Sin embargo, pese a las campañas de prevención, el aumento de las olas de calor por el cambio climático incrementa la presión asistencial y la mortalidad. Tres o más días consecutivos de altas temperaturas no habituales se relaciona con un exceso de mortalidad.

“Los veranos desde la pandemia han sido atípicos. En Urgencias ha habido un aumento de consulta respecto a época prepandemia y este año se espera que será multiplicado por la máxima expresión”

Según los informes de monitorización de la mortalidad del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII),  en el mes de junio  fallecieron más de 750 personas. Un dato por debajo de las 1.438 fallecidos en junio de 2021, pero alto teniendo en cuenta que la cifra de 2021 no recoge en concreto las atribuibles por la temperatura.

Este año, además, preocupa el impacto que pueda tener la presencia de infecciones respiratorias como la gripe o la Covid-19 cuando lleguen las altas temperaturas.

“Los veranos desde la pandemia han sido atípicos. En Urgencias ha habido un aumento de consulta respecto a época prepandemia y este año se espera que será multiplicado por la máxima expresión”, indica la Dra. Iria Miguéns.

Mientras vemos viendo cómo se desarrolla el verano, la experta recuerda que es fundamental hidratarse, cuidarse y evitar exponerse al calor, principalmente en las horas centrales del día.

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