Según señala esta experta, el objetivo pasa por conseguir, estéticamente, un aspecto lo más similar posible a un pecho natural. Y es que, desde 1963, cuando se inventaron esta clase de implantes, sobre todo se ha avanzado en el capítulo de conseguir un descenso en las contracturas capsulares.
"Las prótesis anatómicas de gel de silicona marcaron su evolución ajustándose perfectamente a la anatomía natural de la mama con su forma de gota"
“En la actualidad, las prótesis tienen una envoltura de triple barrera y el gel es más denso. Ello también ayuda a impedir que la silicona salga de su cápsula y se puedan, por tanto, generar las contracturas”, indica.
En el caso de plantearse entrar a quirófano, decantarse por un tipo de implante en especial siempre dependerá de la morfología y las necesidades de la mujer en concreto. Además de la forma (redondos o anatómicos), según su textura, pueden ser lisos, o por el contrario, rugosos.
“También existen las prótesis de suero salino. En estos casos, se introducen vacías en el cuerpo de la paciente, y una vez dentro se rellenan mediante unas cánulas especiales, por lo que su volumen es menor y la incisión también”, concreta la doctora Grande.
RIESGOS Y DURABILIDAD
Una intervención de mamas con un cirujano con la debida formación y experiencia conlleva las máximas garantías de éxito. No obstante, en referencia a los implantes por sí mismos, el riesgo más conocido es la contractura capsular.
“Esto ocurre cuando el cuerpo de la mujer, como respuesta natural, crea una reacción cicatricial anormal al implante, no sólo aislándolo, sino comprimiéndolo”, concreta Nélida Grande. “En cualquier caso, si esto sucede, se puede solucionar mediante medicación, pero si no se respondiera a ella se debe volver a intervenir implantando una prótesis nueva y eliminando los restos de la lesión.”
Está claro que las prótesis no son lo único que determina la garantía de unos buenos resultados, ya que es esencial todo el proceso, desde la primera visita de valoración hasta el postoperatorio.
No obstante, bajo estas premisas, la doctora no recomienda un implante demasiado grande. “Hay que valorar la calidad de piel y tejido que sostendrá la prótesis, ya que si éste es escaso o de baja elasticidad puede acabar generando demasiado peso al pecho y descolgándolo. En estos casos, o en otros similares donde se pierda la forma, habría que sustituir el implante”, aclara la cirujana plástica.
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