Pull-up gástrico, una esperanza nutricional para pacientes oncológicos

Esta técnica permite a los pacientes con tumores en el cuello localmente avanzados empezar a comer por la boca solo unas semanas después de la intervención quirúrgica.

Estetic
23 diciembre 2016 | 23:59 h
Pull-up gástrico, una esperanza nutricional para pacientes oncológicos
Pull-up gástrico, una esperanza nutricional para pacientes oncológicos
El cáncer de cuello no se encuentra entre los tumores con las tasas más altas de mortalidad, pero sí entre aquellos cuyo tratamiento puede dejar más secuelas entre los pacientes dada la invasividad de la intervención quirúrgica. Y es que, además de necesitar una reconstrucción estética, los pacientes también pueden presentar problemas para tragar durante una temporada o incluso, de por vida.

En este contexto, la técnica del pull-up gástrico se perfila como una alternativa preferible tanto en términos de seguridad como de calidad de vida para aquellos pacientes con tumores de faringe, laringe o tiroides que requieren una resección muy agresiva y para los que no existe otra posibilidad de reconstrucción.

Como explica el doctor Óscar Alonso, especialista en Oncología Quirúrgica Digestiva de MD Anderson Madrid, “se trata de una técnica de reconstrucción del tubo digestivo que consiste en utilizar la curvatura mayor del estómago para construir un conducto que ascendemos por el mediastino posterior, la ubicación habitual del esófago, hasta llegar al cuello, concretamente hasta lo que queda de faringe o incluso hasta la base de la lengua”.
Requiere la intervención de un equipo multidisciplinar formado por especialistas en Cirugía de Cabeza y Cuello y en Oncología Quirúrgica Digestiva

De esta manera, se pueden evitar los trastornos de deglución habituales y el paciente es capaz de comer por la boca en solo unos días.

Un proceso complejo que requiere la intervención de un equipo multidisciplinar formado por especialistas en Cirugía de Cabeza y Cuello y en Oncología Quirúrgica Digestiva.
Tras la intervención, el paciente permanece ingresado en el hospital entre dos y tres semanas, tiempo durante el que también se intenta normalizar poco a poco su alimentación. Como señala el doctor Alonso, “una vez que pasan unos días y está todo bien cicatrizado, el paciente empieza tomando purés, luego alimentos semisólidos y finalmente también sólidos”.

La única indicación, apunta este profesional, es que la dieta tiene que ser fraccionada, es decir, que se realicen cinco comidas pequeñas en lugar de tres. Un resultado muy satisfactorio teniendo en cuenta que, de otra manera, el paciente se vería abocado a la nutrición parenteral y a llevar una sonda conectada al estómago”.


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