El etiquetado en cualquier tipo de producto es fundamental para conocer qué vamos a consumir; sin embargo, cuando se trata de un producto para la piel, la Academia Americana de Dermatología (AAD, por sus siglas en inglés) asegura que hay que saber interpretar esta información.
Y es que, “el lenguaje en la etiqueta no es siempre una descripción precisa del producto o de sus posibles efectos sobre la piel”, según indica Rajani Katta, profesora clínico asistente de medicina en el Colegio Baylor de Medicina en Houston.
Katta asegura que “los fabricantes pueden usar cierto lenguaje para fines de marketing y los mismos términos, pueden significar cosas distintas en diferentes productos, lo que hace que sea difícil determinar lo que significan para nuestra piel”.
Por ejemplo, los pacientes pueden decantarse por productos etiquetados para “piel sensible” o “hipoalergénico” porque creen que estos productos son más delicados y con menos probabilidades de que les causen una reacción alérgica; sin embargo, estos términos no están regulados por la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), por lo que no hay una garantía al 100% de que no se vaya a producir una irritación en la piel.
Lo mismo ocurre con los productos etiquetados como naturales, según la especialista, que los productos contengan ingredientes naturales no quiere decir que dichos ingredientes sean buenos para la piel.
“Por desgracia, no hay ningún lenguaje en el etiquetado que garantice que un producto es hipoalergénico y adecuado para la piel sensible”, por lo que recomienda que siempre que se busquen estos productos se consulte antes con un dermatólogo.
Además, Katta sugiere que los pacientes con piel sensible prueben primero una pequeña cantidad de producto en el antebrazo durante unos días y si pasado ese tiempo no ha aparecido ninguna reacción adversa, entonces puede utilizar dicho producto.
“Hay una idea errónea de que las reacciones alérgicas ocurren instantáneamente, pero puede tardar varios días en hacerlo, y algunas personas pueden desarrollar una alergia a un ingrediente de cuidado de la piel después de usarlo durante meses o años”, afirma la profesora.
Con todo ello, “si no se está seguro de cómo seleccionar los productos adecuados para la piel, lo mejor siempre será consultar con un dermatólogo”, concluyen desde la AAD.
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