1. El consumo de lácteos sólo afecta a los huesos. Falso. Por supuesto que el aporte de calcio de los lácteos es imprescindible a la hora de fortalecer los huesos. Estudios realizados con deportistas y personas muy activas físicamente demuestran que estos alimentos mantienen los niveles de energía del cuerpo al tiempo que ayudan a crecer su masa muscular.
"Los lácteos bajos en lactosa tienen un contenido inferior a su versión natural, pero la variante sin lactosa apenas alcanza0,01 gramos por cada 100 mililitros"
2. Todos los productos sin lactosa son iguales. Falso.Los productos sin lactosa están a la orden del día: ligeros, digestivos y para todos los públicos. Eso sí, no todos son iguales, sino que existen los lácteos bajos en lactosa y los lácteos sin lactosa. Los primeros tienen un contenido inferior a su versión natural, pero la variante sin lactosa apenas alcanza un contenido inferior a 0,01 gramos por cada 100 mililitros.
3. Durante la toma de antibióticos es bueno incorporar yogur a nuestro menú diario. Verdadero. Como tratamiento de muchas enfermedades, los antibióticos entran en escena para actuar contra las bacterias infecciosas. No obstante, de manera colateral, también eliminan las positivas y encargadas del equilibrio de la flora intestinal. En este sentido, consumir yogur ayuda a proteger y recuperar el intestino durante y después del consumo de antibióticos gracias a su contenido en bacterias saludables.
4. Un vaso de leche al día es suficiente para lograr la cantidad diaria de lácteos. Falso. También se debe doblar el consumo con otro derivado, como los yogures o el queso.
5. El quedo es un básico a la hora de hacer ejercicio. Verdadero. Consumiéndolo tanto antes como después de hacer deporte, el queso es una gran fuente de nutrientes para los más deportistas. Antes, proporciona un extra de energía, y después ayuda a la recuperación.
6. El yogur ayuda a hacer bien la digestión. Verdadero. Especialmente los yogures con Lactobacillusya, que ayudan a la correcta absorción de los nutrientes al equilibrar la flora intestinal.
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